Crónicas

Freddy González y el ejemplo de tenacidad

Freddy González y el ejemplo de tenacidad

Fue en la carrera 7ª de su pueblo natal, donde ganó su primera competencia deportiva.  Ocurrió en una mañana de sábado de septiembre de 1990. El protagonista apenas tenía 5 años de edad.

Era el comienzo de una carrera fulgurante. Sería el primero de tantos triunfos que iba a obtener en su largo y fructífero recorrido, que lo llevarían a ubicarse entre los grandes del ciclismo colombiano y a convertirse, desde luego, en referente para las nuevas generaciones.   

De ese día, el recuerdo permanece intacto. En el instante de cruzar la meta, en lo primero que pensó fue en la satisfacción que acababa de brindarle a su padre y que, además, con lo que le iba a confesar, el regocijo sería mayor.

Se bajó de la bicicleta, miró a lado y lado, vio caras conocidas, otras no tanto, se encontró con amigos, familiares, los rostros sonreían, había júbilo, y allá en el fondo sobresalían los gestos henchidos de emoción del padre que ve en su hijo lo que él no pudo lograr. Corrió a su lado: “Papá, lo mío es el ciclismo. Sí quiero ser ciclista”, se lo expresó con ganas, con pasión, con entereza.

Mientras escuchaba la confesión de su hijo Fredy Excelino González Martínez, el gozo del papá Excelino era desbordado.

Ese, ´sí´, era una especie de confirmación para que su papá sintiera que lo estaba complaciendo con firmeza y convicción. Pues Excelino era el cómplice y responsable de que Fredy se hubiera encaminado por uno de los deportes más atrayentes que existen en el mundo, como lo afirma el experto narrador de ciclismo y periodista argentino Mario Sábato, pero también el más difícil y arduo de todos. 

Foto: Revista Mundo Ciclístico

Primero el atletismo

Excelino quería ver reflejado en su hijo lo que él no logró alcanzar como ciclista. Solo llegó hasta el nivel aficionado.

Fredy, antes de aferrarse al ciclismo quiso ser atleta. En la escuela ´Jaramillo´ de su natal Líbano donde estudio la primaria, competía en atletismo, pero ese amor por este deporte desapareció el día que su papá le compró la primera bicicleta. “Mi papá me regala la bicicleta con la condición que en las tardes me fuera a ayudarle en su taller de pintura y latonería de carros. Me insistía que debía aprender a trabajar desde pequeño para adquirir responsabilidad y amor por lo que se hace. Hoy confieso que esa enseñanza me ha servido mucho, pues la disciplina es fundamental si uno quiere sobresalir en este deporte. Si algo me sirvió, incluso por encima de mis capacidades físicas, fue la disciplina y responsabilidad con que asumí mi carrera deportiva, por eso la recomendación que le puedo hacer no solo a los niños y jóvenes que aman este deporte y anhelan tener buen desempeño, es que deben estar dispuestos a hacer sacrificios”, lo dice con la seguridad de alguien que, como él, lo demostró durante sus 20 años de actividad ciclística. 

En los primeros pasos para ir afianzándose como ciclista no le pasaba por la mente que algún día iba a estar compitiendo en las grandes carreras de Colombia y el mundo. De lo que sí estaba seguro es que su vida iba a estar siempre ligada a una bicicleta. La pasión por este deporte le hacía burbujear la sangre.  Con su papá siempre cerca, siempre pendiente, siempre atento para que no le faltara nada, un día aparece quien lo puso a soñar con alcanzar grandes éxitos. Era una de las estrellas del ciclismo en el país en ese momento: otro libanense, Alirio Chizábas.

Foto: álbum familiar...el día de gloria

El ídolo

Fredy lo evoca como su gran ídolo en esa época. “Alirio corría en Europa y era figura. La vida tiene muchas coincidencias, mi padre ayudó a Alirio en su comienzo deportivo. De Chizábas, tengo gratos recuerdos. Cuando llegaba al Líbano yo no me separaba de él. Alirio me puso a soñar, me convenció que sí podía llegar a ser como él, que si me lo proponía iba a ser un gran ciclista.

Fue generoso conmigo. Las primeras zapatillas que tuve, él me las regaló. El primer uniforme profesional de ciclista también me lo obsequió. Recuerdo que era un uniforme del Kelme, equipo en el que competía en España. Durante una competencia en el Líbano me prestó su cicla para que corriera. Se imagina la felicidad, corriendo en la bicicleta de mi ídolo”.

Pero en ese recorrido de la memoria, como para no dejar escapar ningún nombre de las personas que lo ayudaron en la época clave, porque si no hubiera sido así con seguridad Fredy habría podido ser otro de los tantos talentos perdidos por falta de una oportunidad, aparece su abuelo materno, Octavio Martínez.

 “Mi abuelo era el herrero del pueblo, trabajaba en la pesebrera. Yo le llevaba el desayuno y el almuerzo, y él cariñosamente me daba plata y yo la ahorraba. Con el abuelo trabajaba un muchacho que tenía una bicicleta mejor que la mía. Cuando tuve unos buenos ahorros de la plata que me daba mi abuelo, le propuse al muchacho que hiciéramos negocio y cambiábamos de bicicleta. Aceptó y ya con una mejor bicicleta me hice amigo de un hermano de Alirio Chizábas. Salíamos en las noches a montar y hacíamos apuestas, yo se las ganaba todas. A partir de ahí empecé a salir en la madrugada con los grandes. Recuerdo a Héctor Velásquez y Hugo Nel Cortés. Yo llegaba hasta Convenio mientras ellos iban a Padilla. No permitían que fuera hasta allá, porque decían que todavía estaba muy chino. Yo los escuchaba que decían refiriéndose a mí ‘Ese chino tiene madera’. Mi papá que estaba pendiente de mis salidas, me esperaba a la llegada para llevarme a tomar jugo a Bochica, era un sitio muy famoso en el Líbano por lo bien que preparaban los jugos. Esa tradición se mantuvo durante mucho tiempo”.

Foto: Album facebook Freddy Gonzàlez

Ganar en Ibagué

Con el correr de los días, Fredy ya no encontraba en el Líbano rival. Ya vencía a los de la categoría mayor. Ante eso, Excelino, viendo el progreso y las capacidades que estaba mostrando su hijo, decide llevarlo a competir a Ibagué. En la primera competencia que participa gana de manera inobjetable.  “Tengo un buen recuerdo de esa primera prueba por fuera del Líbano. Yo estaba engolosinado con las zapatillas que me había regalado Chizábas, pero mi papá me había recomendado que no las utilizara hasta que no me familiarizara con ellas, porque me podía enredar y tener un accidente. Me advirtió que llevara los tenis. Esa noche en silencio y en secreto me puse las zapatillas y practiqué como hasta las 10 de la noche. Cuando llegó la hora de empacar la maleta dejé por fuera los tenis y guardé las zapatillas. En el momento de la carrera me aparecí con las zapatillas y mi papá con una mirada desaprobó haberlo desobedecido, pero era que yo quería estrenar las zapatillas y además ‘chicanear’. Lo cierto es que ese día gané la primera competencia por fuera del Líbano y fue en Ibagué, y estrenando las zapatillas regaladas por mi ídolo, Alirio Chizábas”.

Ocho días después lo invitan de nuevo a correr en Ibagué con motivo de una competencia que se hacía en homenaje al ciclista Josué López. Vuelve a ganar.  “Hay un pelado del Líbano que se proyecta como el sucesor de Alirio Chizábas”, se empezó a escuchar en los círculos ciclísticos. A partir de ahí los ojos están fijos en el nombre de Fredy como una promesa del ciclismo tolimense. Entonces, viene el llamado para que integre la Escuela de Ciclismo del Tolima. Hay cambios. Su papá lo suelta más, la mayoría de las veces no lo acompaña, viaja solo los fines de semana. Esa decisión del padre de Freddy tenía el propósito de fortalecer la garra y el pundonor de esa nueva estrella del ciclismo que empezaba a despuntar. Ese hecho, es otro acto que le agradece Fredy a su padre.

Mientras tanto, ya estudiante de bachillerato en el Técnico Industrial, con 12 años de edad, entrenaba mañana y tarde. Su papá ya le recomendaba que no lo hiciera con esa intensidad porque podría resentirse. Atender ese llamado era imposible. Seguía practicando al lado de los mayores, su tío Arled González, Víctor Caro y Héctor Velásquez, entre otros.

Foto: Con el comentarista deportivo, el libanense Camilo Castellanos

El sueño de Europa

Ya estuviera montado en su bicicleta o caminando por el parque Los Fundadores de su pueblo, o de ida o regreso a la casa después de cumplir con su jornada de estudiante en el Técnico Industrial, empezó a soñar en llegar a ser como el mejor corredor del mundo que había en ese momento, el italiano Marco Pantani.

Alirio Chizábas era su ídolo en Colombia y Pantani lo era en el mundo. Se le volvió una obsesión en que algún día llegaría a Europa a correr en las más importantes  competencias. “Quiero llegar a ser como Pantani”. Lo repetía una y otra vez. Además, ver a su coterráneo Chizábas que ya había ido a correr a Europa, le alimentaba aún más la ilusión. 

En esos ires y venires de imaginaciones y utopías, recuerda una anécdota que  hasta el día de hoy su papá desconocía. Cuando estudiaba en el Técnico Industrial, en las horas de la tarde con algunos compañeros de clase tomaban las ciclas y se iban hasta el sitio de la quebrada Santa Rosa (En ese entonces ahí quedaba el basurero del Líbano, inverosímil que el basurero del Líbano por mucho tiempo haya sido dispuesto en una quebrada). Lo que hacían Fredy y sus compañeros de andanzas casi suicidas, es que el reto era bajar sin cogerse del manubrio. Fredy siempre les ganaba. Hoy se aterra de esa peligrosa maniobra que hacían, pero afirma que esa práctica, sin proponérsela, le sirvió para aprender a bajar y fue clave para defenderse en las grandes competencias, sobre todo en su exitoso paso por Europa.

De esa época también le trae gratos recuerdos, el Club Las Tortugas, alquilaban una ‘chiva’ y se iban para el plan de Armero a entrenar.  La que más sufría con esas salidas era su abuela Berenice. Ella lo cuidaba junto a su hermano Vladimir, también ciclista y a otros tres primos.

Foto: Con Jarlinson Pantano, Pedro J. Sánchez y Víctor Hugo Peña. Foto álbum familiar

Empieza el ascenso

En Ibagué, en un comienzo los compañeros de la Escuela de Ciclismo no lo llamaban por el nombre, sino que le decían “Líbano”.  Como la decisión ya estaba tomada, que se dedicaría de lleno al ciclismo, se retiró del Técnico Industrial en el grado 9º y se fue a vivir a Ibagué. Allí lo acogen en la casa de la tía Marina. El trato que le dan es de un hijo más. Con gratitud dice que la tía Marina fue la segunda  mamá. Me cuidaba, me mimaba más que si fuera hijo de ella. Ese apoyo fue clave, pues hizo que mi entrega por el ciclismo aumentara. Entré a estudiar al INEM, pero los entrenamientos no me daban espacio y tuve que retirarme, entonces ingresé al San Simón. Allí cursé hasta el 10 grado, pues me vi obligado a retirarme, ya viajaba mucho, había muchas competencias. Era imposible cumplir con las exigencias del colegio.

Viene la primera competencia oficial, es seleccionado para representar al Tolima en la Vuelta al Futuro.(competencia organizada por la Federación Nacional de Ciclismo en la que participan niños). Le corresponde como director técnico nada menos que el gran Pedro J. Sánchez ´El León del Tolima´. En esa primera carrera por etapas finaliza en el puesto 16. Fue el mejor del Tolima, en una competencia que tomaron parte 280 ciclistas. En esa vuelta, recuerda una de las etapas que tuvo como meta su pueblo, el Líbano. “Tenía la ilusión de llegar victorioso a mi tierra, pero por la falta de experiencia no lo logré, pues arranqué muy temprano, desde La Rampla y las fuerzas no me dieron. Terminé 3º. Recuerdo que me senté en una banca del parque a llorar de rabia por no haber ganado. Esa etapa la ganó Iván Parra, (hermano de Fabio Parra) con quien años más tarde seríamos compañeros en un resto de competencias.

Por la edad, le alcanzó para correr la siguiente Vuelta al Futuro. Ganó una etapa y terminó 4º en la clasificación general. Ahí empezó el nombre de Fredy González a figurar en el plano nacional.

Foto: álbum familiar

El primer contrato

Por recomendación del conocido entrenador Carlos Pérez (Ramillete), lo contrata el equipo de Gaseosas Glacial. Recuerda con gratitud el gerente. Le brindó todo el apoyo. Gaseosas Glacial, es el primer equipo que le paga por sus servicios. Con 16 años empieza a percibir un salario mínimo mensual. Se afianza en la decisión que  el ciclismo no tiene vuelta atrás. Ya en la categoría juvenil, compite con este equipo en la Vuelta al Porvenir. Ocupa el puesto 5º en la clasificación general. Posteriormente lo llevan a participar en la Vuelta de la Juventud. En esa ocasión su entrenador resulta ser su ídolo Alirio Chizábas. Por su excelente figuración en esta competencia, pese a que no pudo terminar por un error técnico-administrativo, lo llaman a integrar la Selección Colombia al Mundial de Bélgica. El entrenador es el ex ciclista Alfonso ´El Pollo´ López. Y como compañeros va al lado de los ciclistas Víctor Hugo Peña, Iván Parra y Marlon Pérez.

En Europa permanece un mes y logra una importante actuación en las competencias en las que actúa. Con Marlon Pérez son los únicos del equipo colombiano que logran terminar la carrera en el Mundial. Por ese buen desempeño, ‘El Pollo’ López le ofreció equipo. Viene la primera participación en la Vuelta a Colombia. Tenía 18 años.

En esa primera Vuelta a Colombia tiene un percance, se le daña la bicicleta, viene una campaña ´impulsada por Jorge Amórtegui en ese entonces presidente de la Liga de Ciclismo del Tolima.  ´Una cicla para Fredy.

Contra todos los pronósticos cierra con broche de oro esta primera participación en la competencia más importante del país, al ganar la última etapa en Bogotá.

Foto: Album facebook Freddy Gonzàlez

Triunfo en Venezuela

Al confirmar sus condiciones, el técnico Alfonso ‘El Pollo’ López, lo selecciona para que represente a Colombia en la afamada Vuelta al Táchira en Venezuela. Allí gana 3 etapas y es campeón de la clasificación general de los premios de montaña. Aparece, entonces, otro ángel en su vida deportiva. Por supuesto que no se trata de una aparición gratuita, es el fruto del trabajo y la perseverancia de Fredy, quien a pesar de los difíciles momentos que surgieron a lo largo de su trasegar deportivo, nunca le pasó por la mente claudicar, todo lo contrario, deja una gran enseñanza de sacrificio y deseos permanentes de salir adelante. Ese ángel fue el acreditado  dirigente y director técnico italiano, Gianni Savio, quien por muchos años ofició como descubridor de talentosos ciclistas colombianos. Los acogía y los impulsaba. Ahí estuvo Fredy.

El técnico Savio lo lleva al famoso equipo de ese entonces el Selle Italia. Tenía 20 años de edad y firmó por 3 años.  Para la revista Mundociclístico.com en una extensa entrevista que concede Gianni Savio hay una respuesta que encierra el capítulo de lo que vivió con Fredy González. “Cómo fue la experiencia Selle Italia-Glacial y Colombia-Selle Italia?

Gianni Savio responde: “Grandes experiencias. Con la primera ganamos las carreras más importantes del país y con la segunda, a partir de 2002 y hasta el 2005 gracias a los oficios de Héctor San Giovanni (Presidente FCC) y Diego Palacio (Director Coldeportes), conseguimos llevar por el mundo un gran equipo con muchachos que hicieron historia como Hernán D. Muñoz, Fredy González, Carlos Contreras, Iván Parra, Chepe González, quienes mantuvieron vigente el nombre del ciclismo colombiano con soberbias victorias y actuaciones”.

Su consagración allí es completa, pero valga reiterar que es producto de su entrega como él mismo lo cuenta. “Me decían haga esto y yo hacía más.  Me decían el entrenamiento es de una hora y yo practicaba dos, por eso tal vez me gané el aprecio de los italianos, de la gente del hotel. La verdad, me querían mucho, y me decían que era juicioso y entregado. Una cosa a favor es que nunca me gustó el licor y por el licor muchos no pudieron llegar, no pudieron sobresalir”.

Foto: Album facebook Freddy Gonzàlez

Sueño cumplido

A Fredy los sueños se le hicieron realidad y se le dieron por partida doble. Llegó a Europa en el año 2000 y convenció y triunfo. El objetivo soñado siete años atrás  mientras daba vueltas y vueltas en el parque del Líbano, estaba saliendo perfecto. En el primer Giro de Italia que corre en ese año, Fredy González recuerda que en la primera etapa con los compañeros integrantes del equipo Selle se alinearon en la raya de partida, y sin pensarlo y menos sin imaginarlo, Fredy se da cuenta que a su lado estaba la figura de la competencia, uno de los favoritos para ganar ese año el Giro. Marco Pantani. ¡su ídolo! “Por la emoción, percibí que las piernas me temblaban, recuerdo que llegó una nube de fotógrafos y por estar ahí, cerca a Pantani, quedé registrado en las fotos”, recuerda Fredy.

Cuenta que lo saludó y le dijo lo que tenía que decirle: “Usted es mi ídolo” A partir de ahí nació una estrecha amistad, tanto que en el segundo Giro que corre Fredy (2001), el diario la Gazeta Sport en una entrevista a Pantani le preguntan quién podría ser su mayor rival en la montaña y Pantani respondió que era sin duda el colombiano Fredy González. “Él no va a ganar el Giro pero es un ciclista explosivo, arma la tormenta por lo bien que sube”. Esa respuesta fue la que se destacó al día siguiente en todos los periódicos. Y Pantani nunca estuvo lejos de esa apreciación. Ese año Fredy González fue campeón de la montaña.

Participar en seis Giros de Italia no es fácil. Quien lo logra es un privilegiado. Fredy  lo logró. En esa competencia su nombre quedó inscrito para la historia del ciclismo mundial como el único colombiano que hasta el momento ha ganado dos veces la clasificación de la montaña. Esa hazaña la alcanzó en los años 2001 y 2003, año en el que también ganó el premio del ciclista más combativo de esta renombrada  prueba italiana.

Foto: Album facebook Freddy Gonzàlez

España

Perteneciente a la generación de Santiago Botero, Félix Cárdenas y Víctor Hugo Peña, Fredy González también dejó huella en la Vuelta a España. Ganó la carrera de Lombardi, lo mismo que la Vuelta a Malasia.

Antes de regresar a Colombia, después de una estadía de 7 años en Europa, del Selle Italia pasó al equipo, también de Italia, Cerámica Panaria, en ese equipo permanece un año.

De nuevo en Colombia en el 2013 corre el Clásico RCN, llega a la última etapa con la camiseta de líder y todo indicaba que sería el campeón, pero en la contrareloj a Patios perdió por 15 segundos. Por esa buena actuación, en ese entonces el ex ministro de Comercio Exterior Guillermo Plata, lo invita para que se vincule al equipo Colombia es Pasión. Allí los compañeros de equipo eran ciclistas jóvenes que hoy son grandes figuras. Sergio Luis Henao, Jarlinson Pantano y Darwin Atapuma. 

Del equipo Colombia es Pasión firma contrato con Boyacá y después con Movistar.

A los 40 años de edad, en el 2014 toma la decisión de retirarse, pero lo convencen en el Tolima que regrese. Se conforma el equipo Indeportes Tolima-Tolienvíos un equipo de tolimenses para participar en el Clásico RCN de ese año. Fredy gana una de las etapas más duras de esta carrera.

 Su última competencia como ciclista profesional, con la cual cierra un espléndido ciclo dentro del deporte más competitivo del país, la hace representando al Tolima en la prueba de ruta de los XX Juegos Nacionales.

Su éxito deportivo es fruto de su disciplina y constancia, de la pasión con que enfrentó cada reto. Esa entrega se evidencia en la frase que pronunció al finalizar la etapa del clásico RCN que le ganó en La Dorada en un embalaje sensacional al corredor español Óscar Sevilla. “Son 40 años y todavía no tengo ganas de bajarme de la bici”. 

Todos los días al levantarme siento la inmensa alegría por las grandes satisfacciones que me dejó el ciclismo en los 17 años de vida profesional, recuerdo con especial gratitud a tantas personas que me dieron la mano en muchos momentos, por eso ahora como entrenador trato de entregar lo mejor a los niños y jóvenes que tienen los mismos sueños que yo tuve hace más de 20 años en el Líbano. Mi compromiso es retribuir lo que en su momento otros hicieron conmigo”.

El Italiano Pirazoli

Son muchas las personas que están en la carpeta de los agradecimientos de Fredy, pero hay uno especial que aparece resaltado, se trata del italiano Batista Pirazoli. Un furibundo seguidor del ciclismo, que sin reparo alguno no duda en tender la mano generosa a aquellos ciclistas que, por encima de sus capacidades deportivas, sobresalen por ser deportistas integrales. Y Freddy, por la forma respetuosa que actúa, se ganó el corazón de este italiano que, convertido en su otro ángel de la guarda, le brindó todo el acompañamiento y apoyo en la mayor parte del tiempo que permaneció en Europa. Ese lazo de amistad se apretó aún más, cuando los dos tenían en común seguir al mismo ídolo, Marco Pantani. Los dos lloraron la partida de este grande del ciclismo en 2004.  Al nombre del italiano Batista Pirazoli, Fredy pide que también queden incluidas otras personas que, en distintas épocas de su fulgurante carrera deportiva, fueron determinantes para alcanzar el éxito. El empresario Adriano Díaz, Alberto Moreno, el exmagistrado Santana, Jorge Amórtegui. Pero desde luego es su familia y su esposa Paola y su hija Valentina quienes están con él en el podio del triunfo, en el podio de la fama.

Fredy por su forma de ser es un hombre que hace amigos con facilidad y en esa larga lista dice que sus mejores amigos son los también ciclistas Hernán Darío Muñoz y Mauricio Ardila.

Como para que no quede duda que el deporte del ciclismo irá con él hasta el final, Fredy que soñaba ir a Europa y estar al lado de su ídolo, ahora sueña consagrarse como un buen director técnico.  En una mañana de domingo sale de Ibagué rumbo al norte del Tolima en compañía de un grupo de 10 alumnos que tienen como meta, llegar a emular a su entrenador y por qué no, superarlo. “Disfruto aportar toda mi experiencia en estas nuevas generaciones del ciclismo tolimense”.  Y remata con una despedida de gratitud y humildad, y con la felicidad del deber cumplido. “Gracias a Dios pude alcanzar mis sueños como ciclista, hacer cosas grandes en el ciclismo. Me queda la satisfacción de que siempre gané algo en cada temporada”.

Texto del libro ‘Líbano en la piel’

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