Crónicas

Sexo en la ciudad

Sexo en la ciudad

Geraldine es trigueña, alta, delgada y con un gran carisma. Le gusta hablar, es elocuente y tiene un tono de voz algo peculiar. Hace un par de semanas nos encontramos en la cafetería de la Universidad. Me contó sobre su carrera, sus clases, sus amigos y sus futuros proyectos. También me contó su experiencia en academias locales y su paso por algunas pasarelas de Bogotá. 

—Intentar ser modelo en una ciudad intermedia como Ibagué es un gran reto. Aquí no pasa nada—  dice Geraldine con una expresión de inconformismo y decepción. —Para progresar en este medio, hay que salir de la ciudad, tener contactos y rebuscársela. Son pocas las personas que ayudan, los demás sólo se aprovechan de los sueños de las personas, y ofrecen un mundo de fantasía que poco a poco se va desmoronando. 

Todo parecía una conversación normal hasta que se atrevió a contarme algo que quedó retumbando en mi cabeza: había sido agredida sexualmente. 

—Fui a una academia de modelaje para hablar con el director. Cuando llegué, me miró de arriba abajo, me hizo caminar frente a él y dar una vuelta mientras me observaba minuciosamente. De un momento a otro se fue acercando demasiado, invadiéndome e intimidándome. Me miró a los ojos y me dijo: “El poder de la mujer está aquí abajo” y metió su mano dentro de mi pantalón, hasta debajo de mi ropa interior…Yo no hice nada, estaba paralizada — me dijo.

Sentí asco al escuchar aquel relato, y se me erizó la piel cuando me dijo el nombre de quién lo había hecho. Yo lo conocía, había hablado con él un par de veces, y recordé lo confianzudo que siempre era, que cada cosa que decía la acompañaba con una caricia en los brazos. Pensé que pude ser Geraldine, pero corrí con suerte. 

Los casos de violencia sexual hacia mujeres que trabajan como modelos son numerosos. Frecuentemente se enfrentan a comentarios morbosos sobre sus cuerpos, propuestas laborales a cambio de sexo y contacto físico sin consentimiento en sesiones fotográficas o eventos de protocolo. 

A María José la conocí en una clase de pasarela. La recuerdo por sus lentes y su rostro amable. Llevaba largo tiempo en la misma agencia de modelaje y desde entonces trabaja con una marca local. 

—Nunca faltan los comentarios mal intencionados. Te preguntan cuánto vale una noche contigo y cosas así… Aunque una se acostumbra, y luego ya ni presta atención a esas situaciones—dice.

En Ibagué hay aproximadamente 5 academias de modelaje. Los cursos que ofertan  tienen una duración entre 12 y 15 meses y sus precios oscilan entre 60.000 y 150.000 pesos mensuales. Dictan talleres de pasarela, fotografía, expresión corporal y acondicionamiento físico. En el proceso de formación tienen algunos eventos con la academia como pequeñas pasarelas y protocolos en eventos de la ciudad. En este lapso de tiempo los “modelos” no reciben remuneración por su trabajo; por el contrario, son ellas los que invierten en su dieta, cuidado personal, imagen, book fotográfico, etc. 

En julio del 2019, la Gobernación del Tolima lanzó un concurso para nuevos talentos en la industria de la moda (Jóvenes interesados en el diseño de moda y el modelaje). Se llevó acabo con el objetivo de invertir y apostarle al talento local e impulsar a los jóvenes entre 16 y 25 años a perseguir y cumplir sus metas. La participación fue positiva, más de 400 jóvenes se presentaron al casting, mostrando sus habilidades en pasarela. A pesar del gran número de jóvenes que sueñan con dedicarse al modelaje, las oportunidades son escasas. 

—Tuve suerte de conseguir el trabajo que tengo ahora. Aquí no hay grandes marcas, ni patrocinadores, ni eventos y mucho menos pasarelas… Si nos comparamos con Bogotá, Cali o Medellín, nos falta mucho – afirma María José. 

Es difícil conseguir trabajo y que el pago sea justo. 

— Mientras aprendes nadie te va pagar, yo sólo le pago a modelos que hayan estado en Bogotá o en otras ciudades y que ya sean reconocidas, – me dijo el director de una academia local. 

Laura es una vieja amiga. Siempre le ha gustado la idea de ser modelo pero dice que después de intentarlo aquí se dio cuenta que no es tan fácil como todos creen. Su mayor miedo era no ser aceptada por su aspecto físico, o no tener las habilidades suficientes, admite que esas fueron sus mayores preocupaciones y que nunca creyó que había cosas peores hasta que las vivió. 

—Una amiga y yo contactamos a un fotógrafo de la ciudad para hacer una sesión fotográfica. Luego de haber tomado las fotos, empezó a hacer insinuaciones sexuales. Nos escribía mensajes obscenos: “Estás muy buena, qué rico, mamacita, ya sabes que tienes que hacer…” nos insistía para hacer “fotos sexys”  y nos ofrecía fotos gratis a cambio de sexo. Todo fue muy incómodo para nosotras— dice Laura. 

No fueron las únicas. La falta de profesionalismo es peligrosa. Los rumores sobre estafas, los tratos no adecuados hacia las mujeres y los acosos sexuales, son muy comunes. La lista de acosos es larga y sigue creciendo. En un trabajo donde el físico es importante, las mujeres son cosificadas, ultrajadas y explotadas. Son muchos los prejuicios y estigmas que se tienen alrededor de las modelos pero poco se habla y se conoce sobre la violencia sexual hacia ellas. En Ibagué es una realidad, está normalizada y se deja en segundo plano. Falta proyección, profesionalismo y trabajo, pero sobran agresiones y abusos. 

Lejos del glamour, el modelaje guarda secretos inconfesables. Aunque no faltan las excepciones, las historias oscuras de la incipiente industria del modelaje en una ciudad pequeña como la nuestra se van acumulando y al final no son pocos los sueños frustrados ni pocas las mujeres violentadas en el eterno juego del sexo y la ciudad.

 

  • Por: Melissa Santana. Estudiante de Comunicación Social-Periodismo de la Universidad del Tolima

     

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