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La plaza de Bolívar y el parque de Belén, la diversión de los niños ante la falta del parque Deportivo

La plaza de Bolívar y el parque de Belén, la diversión de los niños ante la falta del parque Deportivo

La Plaza de Bolívar y el parque de Belén se han convertido los domingos en puntos de encuentro de las familias con los niños que hasta allí llegan a degustar un helado, un rico algodón o una deliciosa mazorca.

Muchos pequeños que anhelan divertirse montando en juegos, así como correr tras de una pelota, y que estuvieron en el parque Deportivo dicen que extrañan el sitio, porque allí podían sentarse en el extenso prado, compartir con sus padres la merienda o el almuerzo de los domingos e incluso podían hacer el tradicional asado.

Pero también los grandes señalaron que extrañan varios escenarios dónde podían hacer deporte mientras sus niños se entretenían jugando.

Desde las 3 de la tarde como todos los domingos sin falta John Jairo y su esposa Valentina, llegan con sus dos pequeños hijos hasta allí, de inmediato Camilo de 6 años y su hermanito Juan Carlos de 5, corren hasta dónde están los columpios para subirse, sin embargo, les toca hacer una fila y esperar a que otros niños también disfruten esto.

Luego les piden a sus padres, dinero para unos helados y posteriormente, para montar en la famosa chiva que los pasea por toda la plaza, este pequeño carro es empujado por un hombre que oferta el servicio a dos mil pesos por niño y podría decirse que es la novedad, junto a los carritos y al carrusel con las figuras del cine.

Parece que a estos dos niños ni se les ve el cansancio pues Camilo y Juan Carlos, corren por todas partes, felices, disfrutando, luego van por un algodón rosado, posteriormente los chiquillos terminan con una pelota, pero eso si vigilados por sus padres.

Nos apartamos de ellos y abordamos a un uniformado que se encarga de vigilar la seguridad del sitio, el joven dice que los domingos las familias permanecen hasta las 8 de la noche y que no se presentan problemas de consumidores, ni habitantes de calle como se ve entre semana, pero hace la recomendación que hay que estar muy pendientes de los niños, que corren de un lado a otro.

Al divisar hacia un prado hay una pareja de jovencitos que no pierden su tiempo, pues se confunden entre los besos y abrazos, es como si se desconectan del mundo para seguir en las caricias y en el amor que se profesan.

Sentados alrededor de la fuente, de la estatua del libertador Simón Bolívar y de las bancas, nos topamos con varias personas de la tercera edad, y padres de familia que visitan este sitio.

Ellos dicen que les gusta venir a la Plaza de Bolívar porque es un lugar tranquilo, central y muy bonito. Es así que Rosa María, una mujer de 72 años se siente agradecida con el alcalde Guillermo Alfonso Jaramillo, porque sí le ha metido mano a cuidar las plantas, los prados y la iluminación de la misma, en cambio los otros alcaldes tenían esto abandonado.

Al terminar nuestra visita a este lugar con olor a fritanga, mazorcas, arepa, vemos cómo dos niños corren a buscar el vendedor de globos y unas niñas se suben en la extensa raíz de los árboles plantados en la carrera segunda dónde caminan como cruzando una montaña.

El tiempo para ellos se detiene por unas horas, dónde todo es gozo, felicidad y alegría y como dice Ramiro un joven de 23 años, de profesión soldado, nos toca superar la falta del tan anhelado Parque Deportivo que unos ladrones se lo robaron, dejando afectado al pueblo ibaguereño.

Simultáneamente el parque de Belén es otro espacio a dónde llegan familias enteras con sus niños, quienes buscan de inmediato los saltarines, Diego y Johana de 7 y 9 años esperan a que los otros niños desciendan de él. Un hombre de tez trigueña de unos 35 años es quien se encarga de la vigilancia y cobrar por el uso de estos juegos, en donde los menores se pueden desestresar.

Mientras ellos están allí, los padres aprovechan para entrar a misa de 5 de la tarde en la iglesia del Perpetuo Socorro de Belén, pues los menores quedan al cuidado de una tía.

En otro punto del parque dos señoras de 38 años aproximadamente se disponen hacer ejercicio en los aparatos que ubicó la Alcaldía, ya que se convirtió en un parque biosaludable, ellas cuentan que esto ha sido lo mejor ya que aquí vienen muchas personas todos los días.

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En otro costado cuatro menores juegan con un balón, del juego participan sus padres quienes se disponen a darle patadas a la pelota.

Los gritos vienen y van y alrededor del parque varias personas se encuentran degustando la fritanga, la oblea, el helado y las deliciosas empanadas.

Cada uno está en su mundo o como diría Sonia, aquí todos andan en su cuento, pues me da alegría ver a mi nieta aprendiendo a colorear figuras importantes de los dibujos animados, ubicados en pequeños tableros. Ella ya sabe manejar las crayolas y los colores, dice esta mujer con la sonrisa en los labios.

Y así va cayendo la noche, cada uno se va retirando, los niños cansados no se dan por vencidos, esperan regresar el otro fin de semana para compartir un juego, la montada en los saltarines o en los columpios.

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