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La tercera de Ibagué: la clásica calle del rebusque

La tercera de Ibagué: la clásica calle del rebusque

Por: Humberto Leyton

La principal vía de la capital del Tolima, reúne el pecado, la pureza y la inocencia a la vez. Por allí transita lo bueno, lo malo y lo perverso de esta ciudad. Desde los héroes de la patria hasta sus villanos. Es una torre de Babel donde se confunde no solo el lenguaje sino la condición humana. Es un río por donde corre la virtud y el miasma de la urbe.

Es una vía de todos y de ninguno. Allí las mafias que venden el espacio público le ponen precio hasta la ubicación de un lotero en determinado lugar; en este mercado persa variopinto le venden desde una aguja hasta un cargamento de guerra, le compran la conciencia o traspasan la virtud. Sin embargo, sobre esta vía se ha tejido gran parte de la historia cotidiana de los ibaguereños, confundida entre lo sacro y lo profano.

Todos, quienes hemos nacido, criado y vivido en esta ciudad,  de una u otra manera tenemos alguna relación con este entronque donde confluyen todas la razas, los credos religiosos, clases sociales, culturas, el pensamiento político y filosófico. Es el escenario o ágora de los acontecimientos más importantes y significativos que se han desarrollado en la historia de este municipio, como también es la bulliciosa calle que guarda en sus pisos y paredes secretos inconfesables.

Este es el lugar de encuentro que se ha resistido a desaparecer, pese al desarrollo de la ciudad que ha cimentado otro centro en el costado norte de su geografía, donde las nuevas y, aún, viajas generaciones, buscan 'recreación' y satisfacer las necesidades de consumo creadas por la maquinaria publicitaria de las grandes superficies comerciales, así únicamente se conformen con solo mirar vitrinas.

Al lado de esta amalgama de características generales y particulares de la principal arteria de Ibagué, tenemos que decir que la tercera es la calle del rebusque; aquí llega el mango biche, el estropajo de baño, el mago que vende ilusiones, el que  adivina la suerte, el payaso de chistes flojos y vulgares, el culebrero descrestador, el músico, el pintor de técnicas deleznables de cartón y gasolina, el vendedor de vermífugos y jarabes para parásitos, la pomada de marihuana como panacea contra todo dolor, el enfermo que hace de su defecto físico o de su tragedia el modo de vida, y en las noches,  aún se vende el caldo de gallina y los chorizos de olor fuerte y penetrante de cocina de 'corrientazo'. Aquí está el empleo informal que contabiliza el DANE en sus encuestas para bajar las cifras reales de desempleo.

La tercera como vía mítica e icónica de la ciudad, tiene sus propias historias y personajes. Cafés de tertulias sanas como el Paris, Grano de Oro y Nutibara, frecuentados por intelectuales, escritores y políticos de izquierda y derecha. Otros como el Molino, Zarape o Cafetal, donde se bebía, jugaba billar, dados o cartas y se buscaba el amor furtivo de damiselas de turno, han desparecido pero constituyen parte de la historia de aquel lugar pastoril que se debatía en la contradicción de pueblo-ciudad, donde personajes como La Guacharaca y Badana, le ponían el humor negro, el  picante y la picaresca.

 Estatuas de "La Guacharaca" y "Badana", en el Museo de Arte del Tolima (MAT)

El famoso Corrillo de la 12, donde se le quitaba la virginidad a la las vacas, se conocía que vecina estaba estrenando amante o a que marido celoso le habían puestos los cachos; se vaticinaban los cambios en los altos cargos oficiales, como se predecían los nombres de los nuevos Congresistas, prácticamente este pasatiempo también ha desaparecido.

En la época contemporánea, a la tercera le han intentado cambiar el nombre; una vez por Tontódromo, cuando un alcalde le tendió una capa de cemento y hierro entre la 10 y la 15, para peatonalizarla y ganase unos pesos en el contrato, dicen las malas lenguas, porque esta obra se había podido hacer sin invertir tanto dinero, con solo ponerle unos bolardos, unas cadenas y unos muebles. El periodista Edgar Antonio Valderrama, quien le puso el nombre, dice que El Tontódromo, es por aquello de los desempleados que la recorren de arriba a abajo como tontos y, en general, de todos los que se comieron el cuento que esa obra había costado tanta plata.

En medio de esta multicolor riqueza de vivencias e historias, también surge el bautismo que le dio hace muchos años en noches de bohemia el intelectual y escritor Hugo Ruiz. "La tercera es El sueño de las escalinatas", comparándola con el extenso poema del periodista-escritor Jorge Zalamea.

En esta conocida obra, que se publicó en 1964, Zalamea hace un juicio implacable social, tomando temas recurrentes y cotidianos de lo que vivió su exilio en la India, pero que se extienden a Colombia, a cualquier país o aldea. Más que un poema, es un discurso político crítico frente a todas las audiencias y una acusación a los hombres corrompidos por el poder que hacen de la desgracia de los pueblos su estilo de vida, su enriquecimiento.

"El sueño de las escalinatas", gira sobre el escenario del río Ganges, por donde pasa la molinería historia hindú, con todo lo sublime y toda la miseria humana.

La tercera de Ibagué, es sagrada como el río Ganges y misteriosa como el Amazonas. Esta mezcla la hace grande e inolvidable, pese a cualquier circunstancia; le da la tonalidad y el encanto del pentagrama musical que lleva nuestra raza en la sangre. La tercera es nuestra historia.

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