Opinión

El rol de los medios de comunicación

El rol de los medios de comunicación

Por Juan Bautista Pasten González


Hace poco, examinamos la importancia de la tecnología electrónica (“la tecnotrónica”) en los asuntos humanos, su creciente intervención en todos los ámbitos de la realidad. Además de su influencia – manifiesta y/o solapada - en el pensamiento, las emociones y el comportamiento de las personas.

Pues bien, ahora consideramos pertinente profundizar este último aspecto, vale decir, ¿Cómo los medios de comunicación actuales, mediante el uso constante de la tecnología, están, de uno u otro modo, direccionando y controlando las ideas y los sentimientos de los humanos?

Ciertamente, el poder de los medios es mucho mayor en esta época, que aquella que tuvieron los periódicos, revistas, libros e incluso emisoras a mediados del siglo XX. En la actualidad, la televisión, la computación, el internet y, en especial, la telefonía inteligente nos atrae, nos comunica y cautiva en todo momento y lugar.

En general, los humanos (de toda edad) pasamos horas y horas conectados y pendientes de algún elemento electrónico. Si bien pueden ser utilizados con fines educativos, también pueden convertirse en factores de dependencia y enajenación, tanto emocional como mentalmente.

Ahora bien, a mediados del siglo pasado, el sociólogo norteamericano Marshal Mac Luhan, ya denotaba la potente e indiscriminada “intromisión” de los medios – fundamentalmente la televisión - en la sociedad estadounidense y mundial. De hecho, la TV invade los hogares, colegios, trabajos y espacios públicos. Esto se manifestaba en los noticieros a toda hora, en seriales y películas; también en la transmisión de eventos deportivos, todos los cuales estaban atiborrados de avisos comerciales y publicitarios (“spots”).


“Es tarea de todos o de la mayoría de las personas, no limitarse aceptar pasivamente lo que escuchan y observan en los medios, sino que sean capaces de analizar e investigar por sí mismos la veracidad de lo ahí manifestado. La reflexión y la critica constructiva no pueden ni deben perderse jamás”.


Sin duda, la televisión bombardeaba - aún lo hace - con el ofrecimiento de gran cantidad de artículos de todo tipo. El comercio ofrece sus productos para todos los estamentos de la casa (dormitorio, cocina, comedor, sala de estar y baño).

Efectivamente - como bien lo indica Mac Luhan - los medios han invadido todos segmentos de la sociedad. Los medios ya no solo expresan mensajes ( “The medium is the message” ) , sino que decidida y dramáticamente influencian – consciente e inconscientemente - la vida de las personas en su totalidad ( “The medium is the massage” ). Por consiguiente, los medios no se conforman con emitir mensajes (casi siempre de débil contenido), sino, lo que es aún peor, buscan manipular y dirigir las ideas y las conductas de los seres humanos (“masajean” la sensibilidad, la mentalidad y el comportamiento, según Macluhan).

Por lo pronto, esto podemos constatarlo - hoy como ayer -cuando quienes pasan horas y horas frente al televisor, terminan repitiendo conceptos sin mayor cuestionamiento o corren a comprar productos innecesarios, entre otras muchas acciones

Además, es de conocimiento, que muchas compañías televisoras son propiedad de corporaciones transnacionales o de acaudalados empresarios de cada país, que, no pocas veces, restringen o limitan contenidos, informaciones o eventos contrarios a sus intereses y a su línea editorial. En otras ocasiones, la televisión se transforma en instrumento alienador, al servicio de los gobiernos de turno. Esto para nadie es un misterio.

En fin, el poder de los medios es amplio y complejo.  Considero necesario propiciar políticas públicas que regulen tanto las actividades como los contenidos de los medios de difusión masiva y que, además, permitan el surgimiento de medios de comunicación donde predominen la ética y la objetividad. ¡Ojalá existan muchos medios realmente culturales que eduquen, perfeccionen y entretengan!

Por otra parte, también es tarea de todos o de la mayoría de las personas, no limitarse aceptar pasivamente lo que escuchan y observan en los medios, sino que sean capaces de analizar e investigar por sí mismos la veracidad de lo ahí manifestado. La reflexión y la critica constructiva no pueden ni deben perderse jamás.

Por cierto, lo anterior es válido no solo para la televisión, sino para todo cuantos recibimos del exterior, es decir, redes sociales, aplicaciones en línea, periódicos, revistas y libros. Todo lo humano debe estar sujeto a constantes análisis y cuestionamientos, única forma de crecer en el conocimiento y el saber integral.

Para finalizar el presente artículo, invito a la búsqueda de más y mejor conocimiento acerca de la interioridad de cada cual (corazón, mente, consciencia y espíritu), para así obtener sólidas bases que enfrenten y venzan cualquier atisbo de manipulación externa. Es la mejor manera de educar en la concreción de hombres y mujeres inteligentes, sensibles, valóricos y responsables.

Los seres conscientes de sí mismos y, por tanto, de sus potencialidades, están preparados para superar adversidades, orientar a los congéneres y construir sociedades justas y plenas.

“La televisión es el espejo donde se refleja la derrota de todo nuestro sistema cultural”. Federico Fellini, cineasta italiano.

“Para que algo exista, es necesario que una mente lo haya ideado”. José Antúnez, pensador latinoamericano.

“La televisión es muy educativa. Cada vez que alguien la enciende, me retiro a otra habitación y leo un libro”. Groucho Marx, actor estadounidense.


DOCENCIA E INVESTIGACIÓN EN FILOSOFÍA
UNIVERSIDAD DE CHILE.

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