Opinión

¿Qué tan verdes serán?

¿Qué tan verdes serán?

Dada la profunda unidad entre los gobiernos local y seccional con la autoridad ambiental del Tolima, se espera que dentro de los planes de desarrollo se evidencie una férrea voluntad política acompañada de estrategias concretas que apunten a que Ibagué continúe su camino hacia la sostenibilidad.

En el Foro Económico Mundial que se realizó la semana pasada en Davos, Suiza, el protagonista de todas las discusiones fue el mismo: el cambio climático. Con excepción de Trump –negacionista por excelencia-, los gobernantes y dignatarios del mundo llamaron a la acción para enfrentar la mayor amenaza de la humanidad. No es para menos: las selvas se están incendiando, los mares acidificando e incrementando su nivel, la biodiversidad se extingue a un ritmo frenético, el agua escasea en muchas regiones del mundo, y las intensas olas de frio y calor cada vez causan más estragos y golpean con rigor las poblaciones más pobres que son las de menos capacidad de adaptación.

¿Pero cómo podemos pasar a la acción desde Ibagué? Es posible. Sin ser un gran aportante al problema, nuestra ciudad tiene retos que debe asumir en el mediano y largo plazo para ayudar en la solución: 

i) Ordenar el territorio. Hay que recordar que Ibagué tiene concesionado el 30% de su extensión total (más de 40 mil hectáreas) para minería, por lo que hay que cerrar con tranca la posibilidad a cualquier proyecto minero contaminante. También hay que conservar las zonas abastecedoras de agua, los cerros tutelares y poner la lupa sobre algunas pretensiones de urbanizar áreas de conservación. Antes de seguir expandiendo la ciudad, se debe llenar los espacios urbanos vacios: desde los terrenos arriba de Villa Café hasta toda el área sobre la vía al aeropuerto, hay cientos de hectáreas de suelo que todavía faltan por urbanizar. Densificar la ciudad es lo más aconsejable para disminuir la presión sobre la movilidad y la provisión de servicios públicos.

ii) Promover la movilidad sostenible. Más de 160 mil vehículos transitan diariamente por nuestra ciudad generando gases de invernadero. El reto: ampliar la red de bicicarriles; iniciar la transición hacia una flota de transporte público con buses eléctricos; incluso, ¿Por qué no incentivar la llegada de patinetas y bicicletas eléctricas de uso público?

iii) Limpiar las aguas. Tal vez el principal pecado ambiental de Ibagué es verter a los ríos cerca del 90% de las aguas servidas sin ningún tipo de tratamiento. El reto es acelerar la construcción de los colectores que recogen dichas aguas y construir las plantas de tratamiento de aguas residuales que permitan su depuración. Esas aguas tratadas pueden utilizarse para ampliar la frontera agrícola en la meseta de Ibagué. 

iv) Revolucionar la gestión de residuos sólidos. Al relleno sanitario de La Miel van a parar mensualmente alrededor de 12.500 toneladas de residuos, las cuales después de enterradas solo sirven para generar grandes cantidades de gas metano, uno de los más dañinos gases efecto invernadero. El reto es avanzar en popularizar la cultura del reciclaje, podríamos disminuir hasta el 30% de los residuos que llegan al relleno y crear nuevas fuentes de trabajo a partir de los procesos de aprovechamiento, transformación y comercialización.

v) Energías alternativas. Seguir avanzando en la iluminación de parques, escenarios y alumbrado público, alimentada por energía solar es una prioridad. Terminar de modernizar las 42 mil luminarias del espacio público por luces Led, que consume la mitad de la energía de una bombilla convencional, también.  

En el anterior Gobierno dejamos valiosos avances en los puntos arriba mencionados, ojalá con una debida articulación y cooperación institucional y con el concurso pleno de la ciudadanía, se puedan construir planes de desarrollo verdes, en especial el de Ibagué.

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