Opinión

De “Los protocolos de los sabios de Sión” a “La revolución molecular disipada”

De “Los protocolos de los sabios de Sión” a “La revolución molecular disipada”

Por: Julio César Carrión Castro   


En Rusia, a finales del siglo XIX, el decadente y represivo régimen zarista, luego del frustrado atentado al Zar Alejandro II en 1866, decide organizar y poner en marcha la Ojrana, cuerpo especial de policía secreta, encargada tanto de la protección de la familia real, como de perseguir y reprimir a los revolucionarios y, en general, a todos los movimientos políticos de oposición. Todo le estaba permitido a esta criminal organización policiaca, desde la vigilancia, el señalamiento, la judicialización, la condena y la ejecución de todos aquellos que caían en sus entrampamientos y enredos.

En el año 1902 este tétrico organismo estatal publica y pone en circulación un engendro editorial al que denominó “Protocolos de los sabios de Sión”, un supuesto compendio de las pretensiones y proyectos establecidos en las reuniones de unos “sabios” judíos, masones y comunistas, que buscaban el poder mundial, la hegemonía global.

Mediante la falsa intención de develar los designios secretos de los conspiradores, la policía buscaba justificar la despiadada persecución que ejercía sobre los sectores populares, explicar los progromos y las razias contra judíos y otras etnias, y contra los socialistas y los comunistas.

El libraco en mención -Los protocolos de los sabios de Sión-, en realidad no es más que un burdo y ordinario plagio de la obra “Diálogo en el infierno entre Maquiavelo y Montesquieu”, escrito en Francia en el año 1864 por Maurice Joly, como una satírica burla al gobierno de Napoleón III, como ya lo expusimos en un artículo anterior, (Un diálogo en el infierno, publicado por el Semanario Caja de Herramientas 00700, semana 19 al 25 de septiembre de 2020).


Finalmente la Ojrana, sería disuelta en el año de1917, luego del triunfo de la revolución bolchevique, aunque, parece ser, que muchos de sus métodos y mecanismos, represivos y de “inteligencia”, pervivieron bajo el régimen soviético y Stalin, y luego con el afamado Comité para la seguridad del Estado o KGB, que funcionó entre 1954 y 1991, sin que sepamos si realmente ha desaparecido.
  
Esta amañada tergiversación, este embuste policiaco, sería también utilizado por Hitler y los nazis, para continuar trabajando la “teoría de la conspiración”, como propaganda anticomunista y antisemita. Fue entonces, y continúa siendo, una fundamental estrategia de engaño, dirigida publicitaria, ideológica y mediáticamente a la represión y control de los sectores populares. Así, el 30 de enero del año de 1933, Adolf Hitler asciende al poder al ser nombrado Canciller y, muy pronto,  el 27 de febrero ocurre el incendio del edificio del Reichtag, -el Parlamento alemán-, muy seguramente a manos de seguidores paramilitares del partido Nacional-socialista -Nazi-. Convenientemente se culpó a Marinus van der Lubbe, un sindicalista comunista que fue torturado hasta obtener su “confesión” y, tras un juicio expedito, fue condenado a muerte. Toda esta teatralidad criminal le sirvió a Hitler para establecer todo un montaje fascista contra el “complot comunista”, que utilizó durante los doce años de su oprobioso mandato.

Hoy los regímenes no sólo totalitarios, autoritarios y fascistas, sino los reputados como “democráticos” (en realidad demofascistas), acuden también a la teoría de la conspiración o del complot internacional, contra la institucionalidad y el “orden” establecido, para legitimar el uso de la fuerza y de la represión militar y policiva contra las protestas populares, tildándolas de terroristas, subversivas o desestabilizadoras. Para hacerlo no se acude ya a señalar a los “Sabios de Sión”. Ahora es supuestamente más compleja la situación.


Buscando, asimismo, lograr una falsa imagen de “intelectuales”, esta derecha fascista e ignorante, particularmente latinoamericana, recurre a la tergiversación y a la más grosera manipulación de teorías y tesis, para acomodarlas a los más irracionales y enrevesados  planteamientos anticomunistas. Las protestas, según estos “teóricos” de pacotilla, obedecen, no a la búsqueda del cumplimiento institucional de sus garantías y derechos, políticos, económicos, sociales y culturales; no a los intereses emancipatorios y libertarios de las gentes,  sino a un pretendido complot oculto, secreto, de una especie de agentes del mal, que operan de manera críptica contra todo lo bueno y estable del sistema.

Así, los planteamientos establecidos por la escuela intelectual, principalmente francesa, -Derrida, Deleuze, Foucault, Guattari entre otros- de la teoría de la Deconstrucción lingüística, esto es de una nueva consideración entre la realidad y las apariencias, en especial referido al texto o al discurso y sus significados, buscando superar o desmontar, viejos paradigmas, ambigüedades, contradicciones y falacias implícitos en los discursos histórica y rutinariamente aceptados.

Muchas de estas teorías, de manera falaz y oportunista, son ahora bastardeadas por una derecha fascista carente de tesis y propuestas.  Felix Guattari, por ejemplo, ante el hecho, que ya vivimos y soportamos hoy, de un capitalismo integrado y global, plantea que éste no puede ser abordado exclusivamente desde las relaciones económicas, sino que tienen que tomarse en cuenta, además de la economía, aspectos como la política, la religión, la tecnología, las comunicaciones, el medio ambiente, la salud, etc. Y que cada uno de estos micro-espacios genera, de igual manera, formas específicas y diversas de confrontación, lo cual, por supuesto, convoca a ampliar la concepción de los sujetos revolucionarios, que tradicionalmente se reducía al antagonismo “burgueses y proletarios”. Por ello, dice, hay que buscar nuevos métodos de lucha contra esos micro-fascismos que pueden surgir entre el miedo y la miseria, que genera por la biopolítica contemporánea. A esto denomina Guattari, una Revolución Molecular Disipada.

Precisamente alrededor de estas tesis, un farsante teorético neo-nazi, chileno, huérfano o viudo irredento del dictadorzuelo Augusto Pinochet, llamado Alexis López, fungiendo de Gurú de una nueva esperanza neoliberal y fascistoide, ha elaborado todo un galimatías pseudo-político, pseudo-intelectual, para “explicar” a sus seguidores -el inefable expresidente y exsenador, Álvaro Uribe, entre muchos- que existe una conspiración de comunistas, socialistas, “castrochavistas”, infiltrados como estudiantes, obreros, campesinos, indígenas, líderes sociales, defensores de derechos humanos y otros, que buscan desestabilizar  el sistema, y negar los logros alcanzados por el neoliberalismo corporativo global, mediante una especie de guerrilla sistemática, promoviendo, precisamente, una Revolución molecular disipada  y oculta. Existe, para estos teóricos de la conspiración, una especie de pacto secreto de estos delincuentes, contra el progreso y las instituciones, y por ello se deben “fortalecer las fuerzas militares, debilitadas al igualarlas con los terroristas…”

Por supuesto este tipo de “tesis” y “argumentos”, fácilmente seduce a un sinnúmero de personajes, previamente subordinados a los viejos y nuevos cacicazgos y gamonalatos, legados por el régimen colonial-hacendatario, que ven en esa palabrería inane, una opción de presentarse como “cultos”, entendidos y sapientes del acontecer político.


La columna escrita por Julio César Carrión Castro no representa la línea editorial del medio El Cronista.co

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