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La obesidad toca nuestra puerta

La obesidad toca nuestra puerta

Poco cuidado le ponemos a los datos que emitió el Departamento Administrativo de Estadísticas, DANE a través del censo 2019, pero que se convierte en una brújula para los salubristas cuando se indica que para el 2025, es decir ya, uno de cada tres colombianos será obeso, tendencia que no tendrá reversa. 

El estilo de vida de los colombianos cambia y factores de riesgo como el procesamiento industrial de los alimentos, el aumento del uso del carro y moto, la expansión de la comida rápida y el sedentarismo, llevan a las autoridades sanitarias a repensar desde la alimentación, ganándole la batalla a lo que Jhon Komlos denominó la revolución nutricional posindustrial. 

 Karen Acosta, economista de la universidad del Rosario en su estudio “La obesidad y su concentración según nivel socioeconómico en Colombia”  muestra como la obesidad difiere entre los niveles socioeconómicos, de acuerdo al género, la edad, el entorno y la raza. 

Recalca que ya no es solo el hambre la única preocupación alimentaria global. Se ha comprobado que el creciente aumento promedio del peso también tiene serias repercusiones de salud. Aunque concentrados en distintos grupos etarios de la población, el mundo vive en medio de los extremos de la nutrición: la desnutrición y el sobrepeso. 

Colombia ha avanzado significativamente, la Ley 1355 de 2008 se convirtió en el punto de partida porque definió “la obesidad y las enfermedades crónicas no transmisibles asociadas a esta como una prioridad de salud pública y permitió que se adoptaran medidas para su control, atención y prevención”.  Por ejemplo, la alimentación escolar, la prohibición de venta de gaseosas en los colegios. 

El nuevo Plan Decenal de Salud que se construirá desde el ministerio de Salud y Protección Social para el 2022, una de las dimensiones que debe tener un fuerte peso es el de la seguridad alimentaria y nutricional, porque son la desnutrición y obesidad, dos variables que las encontramos en la misma esquina del barrio, en una epidemia que no da tregua en el mundo.

Encuestas sobre la situación nutricional en Colombia, entre 2005 y 2010, dice que el sobrepeso de la población adulta en Colombia aumentó de 45,9 % a 51,2 % (un incremento de 5,3 puntos porcentuales —pp—). En los últimos años se ha observado un incremento más rápido del peso que el de la estatura, lo que ha favorecido la expansión de la obesidad que en el año 2010 alcanzaba el 16,5 % entre los adultos colombianos. 

En el último estudio realizado entre noviembre de 2015 y diciembre de 2016 y publicado en el 2018 se entrevistaron 151.343 personas de 44.202 hogares en 295 municipios del país. Las conclusiones del estudio 2018 liderado por el ICBF, ministerio de Salud y Protección Social entre otras entidades son las siguientes: 

Primera infancia 

1.     La situación nutricional de un niño o niña y su sobrevivencia hasta los 5 años dependen directamente de sus prácticas de alimentación.

2.     La desnutrición crónica, que mide el retraso en la talla para la edad, disminuyó de 13,2% en 2010 a 10,8% en 2015. En 1990, uno de cada cuatro niños tenía desnutrición crónica, mientras que hoy solo es uno de cada diez.

3.     Colombia continúa dentro de la meta de 5% establecida por la Organización Mundial de la Salud (OMS) sobre desnutrición aguda o indicador de peso para la talla. En 2015 alcanzó 1,6%, superior al 0,9% presentado en 2010.

4.     La desnutrición global, que marca el peso para la edad, afecta a 3,7% de los menores del país, menos de la mitad del registro de 1990, cuando impactaba a 8,6% de los menores de 5 años.

5.     Similar a la tendencia mundial, el exceso de peso –que incluye tanto sobrepeso como obesidad– subió de 4,9% en 2010 a 6,3% en 2015; sin embargo, en el país es más baja la situación con respecto a Centroamérica (7,4%) y a Suramérica (7,0%).

6.     El 72 por ciento de los menores de 2 años de edad recibió lactancia materna en su primera hora de vida, con lo que Colombia superó la meta establecida por la OMS y el UNICEF de mejorar el inicio temprano de la lactancia materna en al menos 70 por ciento.

7.     En cuanto a la lactancia materna exclusiva, se observó que aproximadamente 1 de cada 3 niños menores de 6 meses (36,1%) fue alimentado solo con leche materna, por lo cual se requiere reforzar esta práctica para llegar a la meta internacional del 50% fijada por la OMS.

8.     El 41% de niños de seis a 23 meses de edad amamantados y no amamantados tienen una dieta mínima aceptable, que contempla frecuencia y variedad de alimentos mínimos.

9.     Tres de cada diez niños y dos de cada diez niñas de tres a cinco años de edad practican actividades de juego que generan sudoración y aumento de la respiración (juego activo).

Menores en edad escolar de 5 a 12 años 

1.     La edad escolar es una fase crucial durante la cual los menores experimentan un crecimiento continuo, consolidan sus gustos y hábitos alimenticios y se empiezan a adaptar a la alimentación de adulto.

2.     Siete de cada 100 menores en edad escolar presentan desnutrición crónica. En los indígenas, 30 de cada 100 menores presentan este problema, mientras que esta situación se extiende a 11 de cada 100 niños de los hogares más pobres del país.

3.     El exceso de peso en los menores en edad escolar se incrementó de 18,8% en 2010 a 24,4% en 2015.

4.     El tiempo excesivo frente a pantallas, aquel dedicado a actividades sedentarias como ver TV o jugar con videojuegos, afecta a siete de cada diez escolares de áreas urbanas, frente a cinco de cada diez de zonas rurales. El problema es más marcado entre la población de mayores ingresos, afectando a ocho de cada diez menores.

Adolescentes de 13 a 17 años 

1.     La adolescencia demanda mayor consumo de alimentos ricos en energía, proteínas y micronutrientes.

2.     La desnutrición crónica afecta a uno de cada diez de los adolescentes del país, concentrándose en indígenas (36,5%), los más pobres de la población (14,9%) y aquellos que viven en zonas rurales (15,7%).

3.     Uno de cada cinco adolescentes (17,9%) presenta exceso de peso.

4.     Ocho de cada diez adolescentes permanecen más de dos horas frente a una pantalla, en especial entre quienes viven en áreas urbanas y aquellos con ingresos medios y altos.

Jóvenes y adultos de 18 a 64 años 

1.     Las responsabilidades de la adultez afectan en muchos casos la alimentación, dedicándole poco tiempo, consumiendo más alimentos procesados y menos comidas preparadas en casa. La oferta de alimentos procesados, frituras y dulces, así como una vida sedentaria, propician el desarrollo de obesidad muchas veces asociada a deficiencias nutricionales.

2.     Uno de cada tres jóvenes y adultos tiene sobrepeso (37,7%), mientras que uno de cada cinco es obeso (18,7%). En este sentido, el 56,4% de la población presenta exceso de peso, lo que significa un incremento de 5,2 puntos porcentuales con respecto al 2010.

3.     La obesidad es más frecuente en las mujeres (22,4%) que en los hombres (14,4%).

4.     Aproximadamente la mitad de los adultos colombianos realiza 150 minutos semanales de actividad física moderada o 75 minutos semanales de actividad vigorosa o fuerte, como lo recomienda la OMS. Cuatro de cada diez mujeres y seis de cada diez hombres atienden esta medida de prevención.

Inseguridad alimentaria 

1.     La seguridad alimentaria es entendida como el acceso seguro y permanente de los hogares a alimentos suficientes en cantidad y calidad, para una vida sana y activa.

2.     La inseguridad alimentaria redujo a 54,2% de los hogares con respecto a 2010, cuando se situó en 57,7%. No obstante, más de la mitad de los hogares colombianos continúa con dificultades para conseguir alimentos.

3.     Ocho de cada diez hogares liderados por indígenas y cinco de cada diez cuyo jefe no tiene pertenencia étnica se encuentran en inseguridad alimentaria.

4.     Entre tanto, seis de cada diez hogares liderados por mujeres y cuatro de cada diez liderados por hombres tienen este mismo problema.

Como observamos en las conclusiones generales, el panorama para el Tolima como para el país no es bueno. La situación en el sur del departamento con nuestros indígenas, por ejemplo, nos muestra que debemos trabajar incansablemente para reducir en algo esta epidemia que para el 2030 será catastrófica. 

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