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La bancarrota del partido Liberal

La bancarrota del partido Liberal

Por: Humberto Leyton 


Mientras la militancia liberal socialdemócrata de programas, ideología y de avanzada se queda con Gustavo Petro, en la otra orilla Federico Gutiérrez, recoge el sector más retardatario, el de las componendas, clientelismo y politiquería. 

Esto lo demuestran los apoyos que han recibido estos dos candidatos a la presidencia en los últimos días. 

El expresidente y desprestigiado dirigente liberal César Gaviria, con todo su séquito de enmermelados, hace público su respaldo a Federico Gutiérrez, Petro recibe la adhesión de 15 congresistas, exministros, exgobernadores, exalcaldes y dirigentes sindicales de la divisa roja.

El hecho más demostrativo de la división, del ya dividido Partido Liberal, es el documento que presentaron los dirigentes sindicales Liberales, en representación de un millón 400 mil de sus afiliados a las centrales obreras CUT, CTC, CGT, Fecode y otros sindicatos de industria, en cabeza de Francisco Maltés, donde ofrecen su apoyo a Petro. 

Esto significa que las bases liberales, como la dirigencia más comprometida con los cambios sociales, cerraron filas alrededor del candidato del Pacto Histórico, por representar atentamente los ideales y los programas Liberales que encarnara el expresidente Alfonso López Pumarejo. 

Durante los dos gobiernos que orientó entre 1934 y 1938, y el segundo, entre 1942 y 1945, abanderó un conjunto de propuestas que se llamó “La revolución en marcha”, donde se establecieron las prestaciones sociales para los trabajadores, se fortaleció el movimiento sindical, y se proponía una reforma integral agraria que, infortunadamente, se encuentra  aplazada hasta nuestros días.  

A través de una reforma constitucional se reconoció el derecho de huelga, se estableció la libertad de cultos, la laicización de la educación y se definió que la  propiedad privada debía tener también una función social. 

Posterior a estos periodos, los gobiernos reaccionarios y de derecha, no han hecho cosa distinta que tratar de arrebatar las conquistas sociales de los trabajadores, logradas a través de sus luchas y de las organizaciones sindicales, limitando el derecho de huelga, a la organización sindical, y el recorte de derechos laborales de todo orden. 

Hoy, la dirigencia liberal plegada al establecimiento, no solamente es el vagón trasero de los gobiernos de turno, por haber perdido toda vocación de poder, sino que se presta para las componendas apoyando candidaturas continuistas que intentan perpetuarse en el poder, para seguir avasallando al pueblo a los intereses del gran capital, de las trasnacionales, de los terratenientes, de la clase política corrupta y mafiosa. 

Esto queda demostrado, una vez más, en la actitud que asumió Gaviria de apoyar a Federico Gutiérrez. Nada más contradictorio contra los principios liberales que unirse al que representa la olla podrida del uribismo, precisamente al mismo que tácitamente había rechazado en declaraciones que había formulado días atrás que: “Colombia requiere urgente de la transición a un modelo diferente de Estado. La dirección del Partido Liberal apoyará para la siguiente legislatura un candidato que represente el clamor popular de un pueblo cansado de lo mismo. Un candidato que abiertamente no tenga nada que ver con el gobierno actual ni que tenga un pasado en años anteriores de cercanía con el Centro Democrático. El país requiere de cirugías profundas, no de simples promesas, si queremos que en Colombia no se generen problemas sociales gravísimos”.

La decisión contradictoria de Gaviria de irse con el que representa todo lo contrario a lo que él mismo había afirmado días atrás, no es otra cosa que un acto de traición a los principios liberales y la democracia de un partido. Es una vulgar entrega de un programa y de una ideología a un clan corrupto y perverso de la política colombiana. Sobran las evidencias de la prostitución política gavirista que está dejando en ruinas al otrora glorioso partido Liberal. 

Gaviria secuestró al partido Liberal y lo tiene como su almacén de negocios, su agencia de avales propia, y su prostíbulo político. Es un expresidente sin sangre en la cara y sin principios de ninguna especie.

 Ayer fue con Duque, hoy con Gutiérrez y mañana desde cualquier lupanar. 

Por eso Petro, representa la esperanza de millones de colombianos que quieren cambios y trasformaciones verdaderas. Es el que expresa el más fiel pensamiento Liberal, que acogió sus programas y su filosofía para su campaña. 

Petro, para millones de Liberales, es su auténtico Jefe, porque se sienten representados en él.  

En cambio Federico es un hombre de cabellos largos y de ideas cortas, muy cortas, si es que las tiene, que se quiere convertir en otra de las tantas marionetas del uribismo. 

Por fortuna, las bases liberales, los dirigentes comprometidos verdaderamente con el pueblo se rebelaron contra la nueva entrega del Liberalismo por parte de su despretinado Director, y hoy Petro cuenta con las mayorías absolutas de la divisa roja en su campaña.

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