Opinión

La rebeldía con causa

La rebeldía con causa

Por Juan Bautista Pasten G.


A mediados del siglo pasado, las salas de cine de Estados Unidos mostraban una película donde un joven personificaba y patentaba las características medulares de la juventud de la época. Esa película se llamó “Rebelde sin causa “. Por cierto, con ese novel actor (James Dean) se sintieron identificados muchos jóvenes de aquel período, no solo estadounidenses, sino europeos y latinoamericanos.

Sin lugar a dudas, era un periodo histórico duro, difícil y complicado (¿Cuándo no lo ha sido?), recién finalizaba la Segunda Guerra Mundial. Los gobernantes y las sociedades del mundo, intentaban otorgarle algún sentido positivo a la existencia en medio de la angustia, el desaliento, la frustración y la desesperanza predominantes.

En efecto, tal vez sin comprenderlo, aquel muchacho de la película señalada, estaba dando inicio a una serie de eventos donde la juventud adquiere un rol protagónico en los años siguientes.


“Los poderes económicos, políticos y religiosos, tratan de paralizar, desunir, intervenir e infiltrar a esta juventud distinta y potente, por momentos parecen lograrlo. Sin embargo, esa movilidad y marcha hacia la construcción de comunidades más justas libres y solidarias es inexorable”


Aquella incipiente rebeldía, comienza a manifestarse en todos los ámbitos sociales y culturales de Europa y América: en los hogares, las escuelas, las universidades, en los trabajos, incluso en los medrosos medios de comunicación. De hecho, la televisión no pudo evitar mostrar en sus noticieros y programas cotidianos, esta efervescencia juvenil que comenzaba a invadir el mundo.

Ahora bien, la rebeldía, es decir, esa expresión de ir en contra de lo establecido, lo vigente, lo impuesto, lo que ha prevalecido históricamente, había sido considerada – aún lo es, en mentalidades estrechas y retrogradas - una amenaza a las llamadas “buenas costumbres”, a las relaciones humanas, a los gobiernos, a los adultos; en fin, al bienestar de la sociedad. Ciertamente, la rebelión golpeaba a las puertas de las sociedades tradicionales y conservadoras, así como de la moral heterónoma y de las imposiciones sociales.

Aquella rebeldía, aparentemente sin causa de la película aludida, sin motivos y sin objetivos claros, empezaba a desfallecer, para dar paso a jóvenes ávidos de experiencias novedosas, llenos de ideales y valores intrínsecos a la realidad humana, tales como el amor, la justicia, el gozo y la paz.


“¡En la actualidad existen miles de causas para ser un rebelde!”


Efectivamente, la guerra y sus consecuencias había ocasionado, de modo dramático y patético, el fin de esa sociedad que exaltaba la autoridad, la obediencia, la tradición, la propiedad y la sumisión a los gobernantes de turno. La guerra había terminado con todo eso. Todo aquello estaba obsoleto, en el suelo, la guerra había transformado en cenizas las creencias, las ciudades y los seres humanos.

Esa película simbolizó, a nuestro juicio, el fin de una época y el nacimiento de una nueva era, donde la juventud – hasta entonces, subestimada, pasiva e inconsecuente - tomaba partido en el devenir de la sociedad, no para reproducir lo existente, sino para hacerla más lucida, más transparente y solidaria.

La rebeldía sin causa del pasado, ahora lograba materializarse en carne, hueso y cuerpo. El germen de la rebeldía se expandía hacia los jóvenes de todo el mundo. Ejemplos de ello hay muchos: la rebelión política de 1968 en Francia, la insurrección estudiantil del mismo año en México, el movimiento hippie en gran parte del mundo y otros eventos donde los jóvenes tiene un papel protagónico.

 Ahora bien, los poderes económicos, políticos y religiosos, trataron y tratan de paralizar, desunir, intervenir e infiltrar a esta juventud distinta y potente, por momentos parecen lograrlo. Sin embargo, esa movilidad y marcha hacia la construcción de comunidades más justas libres y solidarias es inexorable.

El espíritu y el cuerpo logran unificarse en la formación y consolidación de hombres y mujeres capaces, los suficientemente valerosos e ingeniosos para avanzar con denuedo, empatía y alegría en el conocimiento, personal y colectivo, que sustentará el florecer del nuevo ser humano y de la nueva sociedad.

La rebeldía, bien llevada, ordena, organiza y posibilita la concreción de los auténticos valores humanos y universales.

¡En la actualidad existen miles de causas para ser un rebelde!

“La rebeldía es el único refugio digno de la inteligencia frente a la imbecilidad “. Arturo Pérez- Reverte, escritor español

“La rebeldía es la virtud original del hombre”. A. Schopenhauer, filósofo alemán.

“La rebelión y solo la rebelión es creadora de luz, y esa luz no puede tomar mas que tres caminos: la poesía, la libertad y el amor. André Bretton, poeta y escritor francés.


* Docencia e investigación en filosofía

Universidad de Chile


La columna escrita por Juan Bautista Pasten G. no representa la línea editorial del medio El Cronista.co

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