Opinión

El tema de la voluntad

El tema de la voluntad

Por Juan Bautista Pasten G.


La Voluntad, tanto su definición y análisis como su proyección hacia la consecución de nuestros más apetecidos afanes y deseos, ha estado presente en los estudios de psicólogos, sociólogos, filósofos y teólogos.

En efecto, la Voluntad tiene diversas concepciones y exámenes de todo tipo. No obstante, todas ellas la consideran como un elemento substancial para el desarrollo y crecimiento de los seres humanos, ya sea para seleccionar lo que produzca una buena y bella existencia, así como aquello que posibilite tomar, libremente, las mejores decisiones en esa misma línea.

Por lo pronto, las características de la voluntad, no terminan en lo señalado, sino que, además, consiste en la capacidad de autodeterminación, es decir, ser lo suficientemente aptos para tomar el control de nuestras vidas, para organizar y dirigir nuestras emociones, pensamientos y habilidades.

Ahora bien, analizaremos tres distintas argumentaciones acerca de la Voluntad, que nos permitirán comprender mayormente su importancia y trascendencia personal y social.

En primer término, percibamos lo que señala Sigmund Freud - del cual nace la terapia psicoanalítica - respecto a la Voluntad. Para él, todas las acciones del ser humano tienen como objetivo fundamental la búsqueda y el logro de placer, vale decir, alcanzar la satisfacción de nuestros instintos y deseos, en especial, aquellos concernientes a lo corporal y sexual (lo libido en la terminología freudiana). En otras palabras, tanto inconsciente (sueños) como conscientemente (ideas, pensamientos) anhelamos tener una vida placentera. Toda nuestra Voluntad apunta en esa dirección. De hecho, la no obtención de nuestros deseos, muy seguramente generará personas, insatisfechas, reprimidas y neuróticas.

Por otra parte, en el ideario del filósofo alemán Friedrich Nietzsche, la Voluntad también constituye un aspecto esencial. Efectivamente, para este pensador, la Voluntad, el desarrollo, fortalecimiento y ejercicio de la misma, es la manifestación palmaria que diferencia y distancia a las personas en seres sumisos y seres poderosos. Por cierto, el conocimiento y la práctica efectiva de la Voluntad es lo que permite la formación de humanos que trascienden la mediocridad que caracteriza a la mayoría de las personas. La Voluntad de Poder es la auténtica vida, que busca la constante superación de sí mismo. En el mundo, hay voluntades fuertes (las menos) y voluntades débiles (la mayoría de los seres humanos); las primeras corresponden a los líderes y las segundas a los humanos perdidos en medio de la multitud.

La tercera percepción acerca de la Voluntad, la encontramos en el pensador austríaco Víctor Frankl, el cual la concibe como una fuerza anímica y espiritual que posibilita sobrellevar y vencer la multiplicidad de adversidades que rodean la existencia humana. Efectivamente, en este contexto, surge la Voluntad de Sentido (conocida en la psicología, como “logoterapia”); ésta consiste en aquella fuerza interior que excede lo meramente natural y corporal, la cual – independientemente de los acontecimientos externos – otorga convicción, fortaleza y disposición para enfrentar y superar las dificultades y problemas. Frankl la sintetiza como “la fuerza espiritual que no se nos puede arrebatar, es lo que hace que la vida tenga sentido y propósito”.

Hemos observado y examinado (de manera sintética) tres diferentes concepciones de la Voluntad. Sin embargo, en todas ellas, la Voluntad se manifiesta como una facultad destacada y sobresaliente. Ciertamente, para nosotros, la Voluntad – más allá de su indudable importancia – es menester ejercerla en armonía con todo cuanto nos conforma como seres humanos, o sea, cuerpo, emociones, mente y, muy especialmente, con la creciente Consciencia de nosotros mismos, de nuestro entorno y del universo.

Para finalizar este artículo, no puede omitirse la expresión penosa – aunque no por eso menos sublime y lúcida - de Jesús, al hacer abandono del nivel humano de existencia, para ascender en la infinita escala de la Vida: “Padre, no se haga mi voluntad, sino la tuya”, es la palabra de la limitada voluntad humana unida a la plenitud de la divinidad.

Es imprescindible, entonces, que el ejercicio de nuestra Voluntad nos conduzca y ubique, luminosa y creativamente, en el lugar del cual verdaderamente somos, es decir, en la intuición y presencia de la Verdad y la Felicidad.

  • “Solo aquellos que se arriesgan a ir lejos, podrán descubrir lo lejos que pueden llegar”. T. S. Elliot
  • “Cuanto más te elevas, más pequeño pareces para aquellos que no saben volar”. F. Nietzsche, filósofo siglo 19.
  • “Hay una fuerza motriz más poderosa que el vapor, la electricidad y la energía atómica: la voluntad”. A. Einstein.

Docencia e investigación-Universidad de Chile.


La columna escrita por Juan Bautista Pasten G. no representa la línea editorial de El Cronista.co

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