Opinión

El nuevo amanecer

El nuevo amanecer

Por: Humberto Leyton


Uno de los primeros mensajes que recibí con motivo del histórico triunfo de la izquierda con el nombre de Gustavo Petro como nuevo presidente de Colombia, fue el de mi hija Catalina: “Hoy volví a sentir esperanza por este país en el que no creía y por fin en toda mi vida, la política me ha dado felicidad”.

Este sentimiento refleja el pensamiento de millones de colombianos, jóvenes como ella, pero también recoge los anhelos y esperanzas de otro tanto de personas mayores o con el sol a las espaldas como yo, que desde hace más de dos siglos venimos esperando cambios reales en la sociedad. 

La victoria de la Colombia Humana, se debe convertir en una era que le marque nuevos rumbos y derroteros al país, de paz, modernidad, tolerancia, de avances sociales, científicos, culturales y políticos en todos los aspectos. 

Esta oportunidad que nos ha brindado la historia la debemos aprovechar para ir enterrando ese viejo pasado de privilegios, discriminación y exclusión de los sectores retardatarios y de derecha que han dirigido a la nación durante 214 años exactamente.

El discurso de unidad nacional, de justicia social, de paz, de libertades colectivas e individuales, del cambio climático que pronunció Petro en la noche del domingo 19 de junio, son las líneas generales de su programa de gobierno, sobre las cuales giraran los cambios fundamentales que prometió en su campaña. 

Este es un programa socialdemócrata que se acomoda a los nuevos tiempos y al progresismo que está marcando el reloj de la historia en muchos países de Europa y de América Latina. 

No se trata de cambiar un apellido por otro, ni de hacer retoques, o menos maquillar o hacer meros ajustes a un sistema económico caduco, excluyente, depredador y despiadado como el neoliberalismo; se debe modificar de fondo este método tan injusto de distribución de riqueza   y hacer que los recursos lleguen a los sectores más débiles y vulnerables de la sociedad. 

Por eso, hablar de que determinada casta familiar o política, salió ganando o perdiendo en la contienda del pasado domingo, es continuar en el mismo círculo atávico en el que venimos girando desde la misma formación de la república. 

El mensaje de estas elecciones es claro: cambio, no continuar en lo mismo. 
Necesitamos que se abran las alamedas a todas las ciudadanías, razas, credos y colores. 

A los jóvenes que en abril 2021, iniciaron el movimiento, que, en nuestro criterio, concluyó con la victoria de Petro, como la de Boric en Chile. Los cambios no se deben prestar para remozar viejas clientelas políticas que están comprometidas con la hecatombe que vive el país y el departamento del Tolima. 

El mensaje de esperanza que dejan las elecciones pasadas, no debemos marchitarlo reviviendo sarcófagos políticos, ni mucho menos que los movimientos alternativos se presten al juego de oxigenar las viejas costumbres politiqueras.

Vivimos una etapa única de cambio que nos proporcionó la historia y las luchas de muchas generaciones para llegar a donde estamos, de tal suerte, no debemos permitir que el sueño se nos escape. 

En adelante, se escribirá una nueva historia donde todos tengamos cabida, donde no se le cierren las puertas a nadie, salvo a los oportunistas de viejo y nuevo cuño, que solo hacen de la política un negocio personal para defender sus intereses y privilegios. 

La pasada campaña demostró que hay mucha gente joven, como también viejos, que pueden jugar un papel destacado en las nuevas circunstancias políticas que se viven y que todos los movimientos y partidos que integran el Pacto Histórico como sus aliados, tienen dirigentes y personas que pueden asumir responsabilidades en las nueva contienda que se viene en las elecciones regionales del 2023.

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