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Las Catrinas, las caras festivas de la muerte

Las Catrinas, las caras festivas de la muerte

Dentro del sincretismo que la iglesia católica ha introducido a diversas celebraciones y festejos paganos, tenemos el Día de los Muertos o de Todos los Santos, que no es más que darle un barniz cristiano a una celebración de origines en los pueblos  mesoamericanos precolombinos, donde las civilizaciones autóctonas, entre ellas los Mayas, Totonaca y Aztecas tenían como costumbre conservar cráneos para rituales que celebraban la muerte y el nacimiento.

Pero con la evaluación de las costumbres y el paso del tiempo, los mexicanos han llevado a la muerte a adornarla con flores multicolores, elementos decorativos y trajes folclóricos creados al ingenio de la moda, en forma tal, que se entrelazan con la muerte para la celebración del 1 y 2 de noviembre de cada año, sin que falten las calaveras sonrientes: Las Catrinas. 

La Catrina es llamada la dama de la muerte en México y se ha convertido en un ícono cultural. 

Esta festividad también se realiza en Ecuador, Bolivia, Costa Rica, Nicaragua, Honduras, Venezuela, Guatemala, Perú y Colombia. Existen zonas de Estados Unidos que practican la tradición de este día, especialmente en Texas y algunos lugares de California. Incluso en regiones de la Argentina, generalmente en el noroeste (NOA), se practican rituales propios de esta celebración.

En Colombia la iglesia católica la celebra como el Día de los Santos, el 1 de noviembre, en honor a todos los difuntos, que según el clero, “se han santificado totalmente, han obtenido la visión beatífica y gozan de la vida eterna en la presencia de Dios”.

La política presente

Sin embargo, y aunque parezca inocente, la celebración del Día de Difuntos en México ha adquirido más connotación, y La Catrina, su símbolo, se constituye en un personaje mítico e inmortal con su traje victoriano, sombrero de ala con flores y expresión burlona. En esta forma, La Catrina pasa hacer un personaje crítico que mezcla la herencia hispánica y precolonial, con aspectos sociales y políticos de principios del siglo XX, cuando el caricaturista mexicano José Guadalupe Posada “concibió al personaje de "La Calavera Garbancera" como burla a los vendedores de garbanzo, nuevos ricos que adoptaban un estilo de vida europeo y negaban sus raíces indígenas.

En su crítica, Posada caricaturizó a una calavera sonriente, ataviada con un sombrero de ala ancha adornado con flores y plumas”, dice una nota del portal BBC News.

La muerte es democrática 

"La muerte es democrática, ya que a fin de cuentas, rubia, morena, rica o pobre, toda la gente acaba siendo calavera", escribió Posada, quien trabajó para los periódicos de la época y usó a sus famosas calaveritas para burlarse de la clase política y las pretensiones sociales en una gran colección de caricaturas críticas”, añade el portal.

Pero sin  duda, el que le dio vigor a esta caricatura fue el muralista comunista Diego Rivera, quien rebautizó a la "Calavera Garbancera" como "La Catrina" y tomó la caricatura de Posada para transformarla en la imagen mexicana por excelencia de la muerte que hoy se conoce en su obra "Sueño de una tarde dominical en la Alameda Centra”.

La palabra "catrín" se usaba para describir a un hombre vestido de manera elegante. Hoy en día las manifestaciones de La Catrina son tan variadas como permite la imaginación.

En el Día de los Difuntos, Las Catrinas, cobran toda su belleza y plenitud simbolizando la muerte, donde la literatura, con su espíritu burlón a través de las máscaras irreverentes trasgrede las pompas y rituales ampulosos, y nos muestras una realidad: en el cementerio todos somos iguales.

Por Humberto Leyton

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