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Jorge Eliécer y Flor, artistas callejeros del otro lado del Festival de la Música Colombiana

Jorge Eliécer y Flor, artistas callejeros del otro lado del Festival de la Música Colombiana

Jorge Eliécer Rojas y Flor Moreno, son dos artistas callejeros que siempre buscaron una oportunidad para ser reconocidos en el ámbito de la música de carrilera y ser tenidos en cuenta para ser contratados.

Cuando esta ciudad se engalana con el 33 Festival de la Música Colombiana, ElCronista.co quiso rendirle un homenaje sencillo a esta pareja de personas de la tercera edad, que a diario exponen su vida, trabajando en la calle y que con el cansancio de los años deben salir a buscar el pan de cada día.  

Oriundo de Armenia, departamento del Quindío, llegó hace 35 años a Ibagué buscando un cambio en su vida, sin embargo, se empleó trabajando con agujas de bordar, y con el terremoto del eje cafetero de 1999, decidió radicarse del todo.

Pero la música pudo más, pues con su humilde guitarra decidió andar por las calles de la ciudad Musical de Colombia, viviendo del día a día y del producido que le da entre 10 y 15 mil pesos diarios.

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Este hombre de piel quemada por el sol, de manos carcomidas por los años y el trabajo, y con un acento paisa, es reconocido en el sector, junto con una mujer invidente pero cálida y amena en su conversación, porque desde hace 30 años, trabajan en la carrera tercera interpretando melodías de música de carrillera.

Jorge Eliecer dice “que ha compuesto muchas canciones, pero ya no recuerda sus nombres, igualmente música cristiana, lamentablemente nadie nos quiere patrocinar”, dice con voz entrecortada.

Sin embargo, “si me dan palomita en este Festival de la Música me presento", dijo el hombre.

Añadió que “años atrás el trabajo en la carrera tercera era muy difícil porque la Policía molestaba mucho, pero ahora esta alcaldía nos ha permitido hacerlo”.

Expresó de manera nostálgica que “ya nadie nos mira por ser viejos, pues aquí han llegado artistas callejeros con otros ritmos y son más observados”.

Este hombre de 85 años de edad, de una fortaleza incansable, vive en una humilde pieza, cerca de la Terminal de Transporte, sin embargo, se siente feliz con lo que tiene, porque Dios se lo dio.

Agregó que “no quiere pedir y convertirse en un limosnero como muchos, y pese a tener dos hijos, uno de ellos también músico, expresa que no quiere convertirse una carga para los demás”.

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Jorge Eliécer se despide y con su voz ronca da paso para que su compañera de trabajo Flor Moreno hable con el Cronista.co. Esta mujer de 80 años de edad, nos relató que nació en el municipio de Buga departamento del Valle y que desde hace 45 años llegó a Ibagué con sus cuatro hijos.

Cuenta que quedó viuda hace 28 y que extraña a su esposo. Su ceguera es de nacimiento y que como no puede trabajar en los quehaceres de la casa, decidido coger la calle e interpretar algún instrumento que acompaña la guitarra de su amigo Jorge Eliécer, para ganarse el diario.

Expresa de manera jocosa que vive donde le coja la noche, pese a que en algunas ocasiones se queda dónde una de sus hijas.

Esta mujer alegre y sencilla, contó que ama la música y que pese a su discapacidad, desarrolló el oído.

Como todos los días Flor se hace presente sobre esta transitada vía peatonal, en la que se concentra el comercio, vendedores ambulantes y gente que llega a esta ciudad a conocer una de las vías más tradicionales de Ibagué.

Pese al tiempo y a las fuertes lluvias que caen sobre Ibagué, esto no es un impedimento para llegar a su lugar de trabajo.

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El horario de ella como el de Jorge Eliécer es de 11 de la mañana a 3 de la tarde, esto depende de lo que se haga en el día. Allí uno de sus familiares llega a recogerla y se la lleva a su humilde vivienda.

La vida de esta pareja transcurre de esta manera, entre necesidades y alegrías, saben que si mañana no salen a trabajar, no pueden comer ni pagar el diario del sitio donde duermen. Por eso dan gracias a Dios que por lo menos se pueden movilizar y mezclar en entre una multitud que pasa inadvertida o que a veces se  detienen a mirarlos.

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