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El Tolima y el primer año de Duque

El Tolima y el primer año de Duque

Editorial

Al cumplirse el primer año de gobierno del presidente Iván Duque, el Departamento del Tolima tiene poco o nada que celebrar. 

Los anunciados compromisos o promesas que se hicieron tanto en campaña como en las visitas que en calidad de presidente realizó en estos primeros 12 meses al Tolima, el resultado es lánguido. Se enmarca ese panorama en el mismo escenario de un país sin un rumbo claro. De un presidente viajero y distante de los graves problemas fundamentales que tiene el país, empezando por su ambigua política frente a los Acuerdos de Paz que suscribió su antecesor y que le ha causado un desgaste prematuro no solo en el exterior sino en Colombia.

En contravía a su propuesta de despolarizar y corregir supuestos errores de los Acuerdos, el mandatario se ha enfrascado en  permanentes ataques a la JEP y a descuartizar lo pactado, lo que ha causado el rechazo, incluso de sectores afectos a su gobierno, que en el Congreso de la República no le han permitido violar normas constitucionales contenidas en los Acuerdos de Paz.

Esta equivocada política ha traído como consecuencia que haya un recrudecimiento de la violencia, el asesinato de cientos de líderes y lideresas sociales, lo mismo que defensores ambientalistas y dirigentes indígenas que han caído víctimas en esa orgía de sangre avivada por un sector de la extrema derecha que hace de la guerra su negocio político y económico.

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Se agrega a ello los escándalos militares con las nuevas directrices del Ejército que podrían regresar a los llamados falsos positivos y los hechos de corrupción en la institución armada.

Esta realidad de inseguridad del país ha llevado al traste con la economía. Empresarios, como lo ha informado la prensa, están cancelando o aplazando sus inversiones en el país, el desempleo vuelve a rondar los dos dígitos. Ese crecimiento de la economía en el presente año, según los expertos no llegará al tres por ciento.

Entretanto, el presidente Duque tiene el emprendimiento como bandera y promueve la llamada economía naranja que sustenta en las industrias creativas, pero con un crecimiento del PIB tan bajo, la economía se encuentra en un limbo donde no ofrece buenas perspectivas para generar puestos de trabajo.

Este breve recuento de algunos de los problemas de la actual administración nacional, obviamente se reflejan en el Tolima. Las promesas que hizo en campaña Duque, se encuentran a la expectativa de cumplimiento; la conclusión de las obras del Triángulo del Tolima se halla más embolatada que nunca; el Túnel de La Línea sigue con pasos lentos; no se ha cumplido hasta el momento con los aportes para la conclusión de los escenarios deportivos de Ibagué; el hospital Federico Lleras sigue en las mismas o peores condiciones; las vías terciarias en las veredas no aparecen; el Plan Estratégico de Movilidad de Ibagué,  unas veces se anuncia el arranque del proceso y no se vuelve a saber nada y qué decir del abandono del agro, de los arroceros, paneleros y caficultores.

El Tolima como un departamento con vocación agrícola se encuentra abandonado por el gobierno nacional. Nada de lo que prometió en el taller Construyendo País que se realizó en el municipio de Fresno se ha cumplido, salvo el darle paso al proyecto de  la vía Cambao-Líbano-Manizales que venía del gobierno anterior.

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Y como si fuera poco la bancada parlamentaria del Tolima que en su mayoría lo ayudó a elegir y que en el departamento le puso una importante votación, hoy muestra un inconformismo latente, sobre todo hacia las políticas económicas y que para el caso del Tolima ha perjudicado sectores importantes como el textil y de la confección.

En suma, el primer año de gobierno del presidente Duque pasó sin pena ni gloria para el Tolima.

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