Los megacolegios, los escenarios de los juegos deportivos, las casas fiscales de San Luis, redes eléctricas, acueductos y alcantarillados y carreteables, entre otros, hacen parte del inventario de las 49 obras inconclusas que tiene en la mira la Contraloría General de la Nación y que asciende a 742.021 millones de pesos, colocando al departamento en el número uno en despilfarro económico. 

Estas obras hacen parte del Registro Nacional de Obras Inconclusas que nació el año anterior con la Ley 2020 y que permite al organismo de control conocer de primera mano el estado de las obras, su fecha de liquidación y si prestan o no servicio. 

Llama poderosamente la atención que una de las obras considerada el mamut del Tolima, el distrito de riego Triángulo Sur del Tolima no se encuentre dentro de ese inventario, un rezago de 60 años que se convierte además en otra deuda histórica con la población indígena que habita especialmente Natagaima, Coyaima y municipios colindantes.  

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Para la Contraloría, los atrasos y no ejecución de las obras hacen parte de la no planeación contractual, articulación entre las diferentes dependencias del Estado, desidia no solo de los gobernantes populares, sino de los funcionarios de carrera que no son dolientes y no denuncian de manera oportuna lo que ocurre en las alcaldías, especialmente, organizaciones responsables de la mayoría de las obras a ejecutar. 

La comunidad pierde la esperanza, pero con el Registro de Obras Inconclusas se abre una puerta interesante de veeduría donde se puede mitigar en parte el gran desfalco que le hacen al país, en especial a los municipios con las ejecutorias conocidas como elefantes blancos.