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Los candidatos golondrinas y la compra-venta de votos

Los candidatos golondrinas y la compra-venta de votos

Desde que se promulgó la Constitución del 91 que estableció la circunscripción nacional para el Senado, soterradamente trajo consigo la corrupción electoral. 

Cada cuatro años, cuando se aproxima la elección; para el congreso, los candidatos a la llamada cámara alta inician sus correrías por diferentes lugares del país en busca de votos donde invierten millonarias sumas de dinero en compra de votos. 

Los gastos de la elección de un Senador son diferentes según el tipo de candidato que se presente; por ejemplo, elegir a un Jorge Enrique Robledo, es mucho más barato que a una persona desconocida o que no cuente con la reputación, el nombre ni el prestigio del citado, los costos de van a incrementar. Mientras que el primero puede invertir unos 150 millones de pesos, el segundo, según cálculos de personas entendidas en estos temas, tendrá que hacer una inversión mínima entre cuatro o cinco mil millones de pesos, sino es más. 

Cada voto para la campaña al Congreso del 13 de marzo del 2022, está tazado entre 250-300 mil pesos, según los entendidos en esta materia. 
Los topes de cada campaña son fijados por el Consejo Nacional Electoral (CNE), pero al momento de rendición de las cuentas, las campañas llevan dos contabilidades: una para mostrar al CNE y otra por debajo de la mesa que lleva implícita la compra de votos.

Aquí surge la pregunta: ¿y de dónde sacan tanta plata para la compra de votos? Pues de los contratos y negociados que van hacer quienes salgan elegidos de esta forma, ya que el salario como congresistas no les alcanza para cubrir estos enormes costos de campaña. Este es el comienzo de la corrupción electoral que desdibuja y corrompe a la democracia. 

Para hacer esta maroma, los candidatos al senado necesitan de secuaces o quienes los secunden, y para ello, buscan preferiblemente a candidatos a la Cámara de Representantes que son elegidos por circunscripción regional, a concejales o diputados a quienes les pagan de diferentes formas para que se encarguen de hacerles la campaña. Por eso, el desfile de candidatos foráneos al senado no cesa por diversos departamentos. A ellos se unen algunos dirigentes dirigentes comunales y populares que también llevan su tajada.   

Algunos de los Representantes, diputados, concejales y candidatos a la Cámara, comprometen su supuesta votación con uno o más candidatos, según sea el marrano, acudiendo a la parcelación del electorado por municipios, veredas, comunas y barrios. En la pasada campaña electoral (2018), conocimos a un candidato a la Cámara por el Tolima, de los llamados alternativos para más señas, que se comprometió en principio con la empresaria Liberal Olga Beatriz González a votar para el senado, y luego conocimos también tarjetas del mismo candidato a la Cámara que por un lado tenía su figura y por el otro la de Carlos Edward Osorio, que era candidatos también al senado pero por el Centro Democrático. Esta es la forma sucia de hacer política de algunos ‘dirigentes’ en todo el país, solo por unos cuantos millones.

Y pensar que esta conducta maleva en el departamento, ha penetrado hasta en los electores que le ponen precio a su voto. Es una cadena infernal que ha hecho de las elecciones un festín de prostíbulo donde todos y todas se venden al mejor postor, o les sacan dinero a varios con la mercancía de los votos.  

Mientras esto ocurre, las reformas y los cambios sociales y estructurales, esenciales que necesita nuestro país, siguen postergados, porque el voto se convierte en una mercancía que se vende según la oferta del mercado. 

Los candidatos foráneos que salgan elegidos al senado con los votos de tolimenses que han vendido su conciencia, jamás volverán por estas tierras, está demostrado. Ya han pagado sus votos y no tienen ningún compromiso con la región, salvo los que hacer demagógicamente en sus discursos para decorar el comercio aberrante de la compra-venta de votos. 

En las elecciones del 2022, si queremos verdaderamente transforma al país, debemos empezar por el Congreso, no prestándonos para este vulgar comercio en primer lugar, luego cambiando a la mayoría absoluta de los integrantes de esas corporaciones (Senado y Cámara), cosa que el poder legislativo quede en manos de personas comprometidas en los cambios de fondo que necesitamos y que no lleguen a servir a las mafias que nos gobiernan desde hace más de 200 años. 

En próximas publicaciones, nos referiremos a casos concretos que han comenzado a registrarse en el mercado electoral del Tolima.

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