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Fernando Espinosa Tovar: apostolado, disciplina, prudencia

Fernando Espinosa Tovar: apostolado, disciplina, prudencia

Por: Alberto Santofimio Botero


Mi mejor recuerdo con Fernando Espinosa Tovar arranca evocador de las tardes de angustia preparando exámenes finales en el histórico colegio San Simón de Ibagué. Nos reunimos bajo la sombra protectora de un frondoso árbol de mango en la casa de su familia en el barrio Pueblo Nuevo, lugar acogedor y hospitalario.

Con letra pulcra y ordenada, al igual que su alma bondadosa, Fernando llevaba con cuidado y celo envidiable las notas de las clases y las enseñanzas de nuestros profesores. No importaba la complejidad de los temas, ni de las materias, bien fuera Álgebra, Trigonometría, Química, Física, Historia  o Geografía. Él era dueño de un método y un orden ejemplares, que yo envidiaba por la dispersión que me afectaba por cuenta de mi temprana vocación por la historia, la literatura y particularmente por la poesía.

Por esos días andaba yo embelesado descubriendo la intensidad dramática de Shakespeare, y sumergido en la obra de Óscar Wilde, fascinado especialmente con “El ruiseñor y la rosa, El amigo fiel, y El Gigante Egoísta “.

Estos autores ponían a volar mi imaginación en tanto Fernando se esforzaba con su rigor metódico en hacerme aterrizar en la tediosa temática del examen del día siguiente. Sin la compasiva comprensión de mi dilecto condiscípulo, seguramente mis pruebas académicas se hubiesen convertido en un absoluto desastre.

La cátedra magistral de la época, a veces afincada en textos oficiales de enseñanza, y en otras remitida a la libre divagación intelectual de nuestros profesores, no eran obstáculo para que Fernando recogiera con su técnica personal, la esencia, el fondo y la verdad de las cosas para resumir cada materia, y así lograba prepararnos felizmente para asumir el reto de enfrentarnos a nuestros maestros con éxito.


Desde entonces mi admirado amigo se entregó por entero, con pulcritud y decoro, a encontrar la verdad como respuesta, lo mismo en la ciencia que en la filosofía y en el Servicio Público.


Por todo lo anterior, el día que me posesioné como miembro de la academia de Historia de Cartagena de Indias, postulado por sus Presidentes Eméritos Eduardo Laimatre, Donaldo Bosa, Augusto de Pombo,  Arturo Matson y Carlos Villalba, al leer con mis ojos jubilosos, el lema de esa venerable Institución: “Vitam Impendere Vero”; consagrar la vida a la verdad, me acordé de mi condiscípulo porque quizá sin saberlo ese ha sido el maravilloso y fecundo propósito de una existencia ejemplar dedicada, con singular apostolado a salvar vidas, mitigar el sufrimiento de los enfermos y buscar eficiencia y mayor cobertura en los servicios de salud por parte del Estado colombiano.

Su formación como Médico Cirujano en la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional, donde se graduó en 1967, su grado de Magister en Salud Pública en la Universidad de Antioquia, su especialización en el Hospital San Juan de Dios de Bogotá, así como sus experiencias  en los Hospitales de Santa Isabel y Honda en el Departamento del Tolima, fueron su mejor equipaje intelectual y práctico para el ejercicio distinguido[CH1]  de su profesión, y para desempeñar más adelante con probidad, eficiencia y brillo, importantes cargos en la Administración Pública, en el área de la Salud, y para abrirle el paso a su condición de Miembro de número de la Asociación Colombiana de Medicina Interna y de la Academia Nacional de Medicina.

Siguiendo la huella de ilustres Médicos de Familia del Tolima, cómo los Doctores Castilla y Estrada, a finales del siglo XIX, y  en siglo XX Rubén Gamboa Echandía, Plinio Rengifo Montealegre, Abel Jiménez Gómez, Eduardo Kairuz, Alberto Estefan, Belarmino Gómez,

Jaime Varela, Julio Vélez Márquez, Jaime Rengifo Pardo, Juan José Arbeláez, Josué Gómez, Enrique Rodríguez y el inolvidable amigo Médico e historiador Luis Eduardo Vargas Rocha, entre otros.

Espinosa Tovar se distinguió en la nueva generación como el prototipo del Médico de familia.

Con un profundo sentido humano, con abnegación y desprendimiento. Así lo demostró con vigilia y dedicación ejemplar en los casos del expresidente de Colombia Dario Echandía y de mi madre Clarita Botero de Santofimio, a quienes acompañó hasta sus tristes horas finales.

Se dedicó paralelamente a la investigación científica, y al estudio profundo de los problemas cruciales de la salud pública en el Tolima y en el País. Así lo demostró como Secretario de Salud Pública del Tolima, Director del Hospital Central Federico Lleras Acosta de Ibagué, como Gerente del Instituto de los Seguros Sociales secciónal Tolima  y finalmente como Vicepresidente del Seguro Social a Nivel Nacional.

El apostolado ejemplar de la Medicina y el desempeño brillante y reconocido de todos los cargos atrás enumerados, lo mantuvieron en estrecha y permanente comunicación con la comunidad, siempre con la talentosa y comprensiva compañía de su esposa Aidé y de sus hijos.

Avalado por estos antecedentes, por el conocimiento cabal de su rectitud, su personalidad conciliadora y ecuánime y por su transparente trayectoria, no vacilé en postularlo como Gobernador del Departamento del Tolima en representación de las mayorías Liberales de nuestra tierra, bajo mi Jefatura, posición que ejerció con decoro y eficacia, garantizando los derecho de todos los tolimenses; propendiendo por el progreso de la región, y ejerciendo la autoridad con un sentido profundamente humano en una época de difíciles circunstancias políticas, económicas y sociales.

Su tiempo como respetado gobernante de sus paisanos le sirvió luego para ser elegido como diputado a la Asamblea del Departamento. Ahondando en el estudio de las generaciones que puso en boga don José Ortega y Gasset, el  connotado escritor Julián Marías introdujo el novedoso concepto entonces, de lo que llamó “Constelación “. Según el ilustre hijo de Valladolid, la constelación aparece con cierto tipo de hombres que hacen parte de dos grupos generacionales a la vez. A nosotros nos tocó vivir esa experiencia en San Simón descubriendo el mundo con los valores de nuestra propia generación, pero muy cercanos  a la anterior, identificada por talentos excepcionales como Cesáreo Rocha Ochoa, Gregorio Rudas, Armando Gutiérrez Quintero, Jorge Alberto Guzmán  Arciniegas y el poeta Jorge Alberto Leyva Samper  entre otros.

Todos habíamos recibido las lecciones y el legado del claustro que fundado en 1822 por el General Francisco de Paula Santander. Con el correr del tiempo  Fernando y yo y otros devotos compañeros Simonianos, conseguimos la salvadora nacionalización para nuestro Colegio.

El puente entre las dos generaciones tolimenses encendió nuestra lealtad y fervor por las ideas liberales.


En el atardecer de nuestras vidas, la fidelidad por esos principios de libertad, justicia, igualdad sin exclusiones, equidad y progreso social sigue intacta. Nuestro Liberalismo ha sido, y es, de ideas, valores y principios esenciales y determinantes, y por lo tanto, ajenos a la decadencia y ruina del Partido Liberal de la actualidad.


He buscado apasionadamente una palabra final que pueda significar, con hondo contenido, la íntima, fecunda e invariable amistad que nos ha unido a Fernando Espinosa Tovar y a mí, por más de 65 años. Considero que al fin he podido hallarla en un fragmento del célebre poeta surrealista Paul Eluard: “Hay una palabra que me exalta, una palabra que nunca he podido oír sin experimentar un gran escalofrío, una gran esperanza, la más grande, la de vencer las potencias de la ruina y de la muerte que oprimen a los hombres, esa palabra es: Fraternidad”.

Es la palabra que Fernando y yo queremos pedirle a las nuevas generaciones tolimenses y colombianas que la enarbolen como bandera y como lema para superar odios, violencia estéril, presencia sistemática de la muerte, polarizaciones  irracionales y sobre todo, vencer la tragedia de la desigualdad, la pobreza extrema, y la concentración de la riqueza en unas pocas manos.

Que los jóvenes logren finalmente mantener la democracia, con la aprobación de profundas reformas políticas, sociales y económicas, con el imperio de una Justicia recta y limpia y una paz estable y duradera para todos.

Quienes hemos tenido que vivir en medio de la violencia, anhelamos que los jóvenes realicen este sueño, que de pronto nuestros ojos no podrán ver.


*ExMinistro de Estado, Ex Senador de la República.

Ibagué, El Bunde Agosto 7 de 2021.

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