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El peculado por uso del alcalde de Ibagué Andrés Hurtado

El peculado por uso del alcalde de Ibagué Andrés Hurtado

Por: Humberto Leyton 

Dentro de los acostumbrados desmanes y actos poco decorosos a que nos tiene acostumbrados el alcalde de Ibagué, Andrés Fabián Hurtado, el de ayer (sábado 6 de marzo), es uno que los ibaguereños y tolimenses recordaremos por mucho tiempo: la utilización del principal escenario deportivo del departamento para celebrarle unos cumpleaños a uno de sus hijos.

Como si se tratara de un cuento macondiano, el mandatario local, en una de sus jugadas rocambolescas y como por arte de magia, transformó el estadio Manuel Murillo Toro, en un salón de fiestas privado contraviniendo y violando los artículos 398 y 400 del código penal el Acuerdo No. 019 del 19 de agosto de 2016, emanado del Concejo Municipal de Ibagué. 

En primer lugar, el folclórico alcalde olvidó que el artículo 398 del Código Penal establece que: "El servidor público que indebidamente use o permita que otro use bienes del Estado o de empresas o instituciones en que éste tenga parte, o bienes de particulares cuya administración, tenencia o custodia se le haya confiado por razón o con ocasión de sus funciones, incurrirá en prisión de dieciséis (16) a setenta y dos (72) meses e inhabilitación para el ejercicio de derechos y funciones públicas por el mismo término".

A ello, según abogados especializados consultados por El Cronista.co,  es conexo también el artículo 400 del mismo código, que "El servidor público que respecto a bienes del Estado o de empresas o instituciones en que éste tenga parte, o bienes de particulares cuya administración, tenencia o custodia se le haya confiado por razón o con ocasión de sus funciones, por culpa dé lugar a que se extravíen, pierdan o dañen, incurrirá en prisión de dieciséis (16) a cincuenta y cuatro (54) meses, multa de trece punto treinta y tres (13.33) a setenta y cinco (75) salarios mínimos legales mensuales vigentes e inhabilitación para el ejercicio de funciones públicas por el mismo término señalado".

“Lamentable ver a los principales escenarios deportivos de nuestra región convertidos en salones de bailes y comilonas, adornados con piñatas, guirnaldas multicolores, bombas, festones, felicitaciones y favores que obviamente no deben faltar en una celebración organizada por un funcionario con ínfulas de superioridad”

Esto en lo que atañe a la caracterización del delito de peculado y las sanciones que establece la norma penal para castigar estos hechos. Ahora bien, el Municipio por ser una organización territorial del Estado y de hecho ente jurídico, a través del Acuerdo 019 de 2016, también fijó sus normas para la utilización del Murillo Toro, donde expresamente se consigna que el escenario solo se utilizará en actividades deportivas, recreativas, culturales, donde el fútbol y el atletismo son las principales.

 Aquí no se tuvo en cuenta fiestas privadas para ninguna familia, por muy encopetada que esta fuera, mucho menos para los encargados de hacer cumplir y dar ejemplo de buenos ciudadanos, como el alcalde en este caso.

“… la principal autoridad de nuestro municipio no tuvo ningún inconveniente en violarlas, y en poner a circular cerca de 30 vehículos, sin contar el furgón de la comida, y 20 motociclistas por su pista atlética”

En efecto, en primer lugar, este Acuerdo se elaboró con el objeto de proteger y reglamentar el uso del principal coliseo deportivo del departamento; en segundo, evitar que tuviera una destinación diferente a la reglamentada (deportiva); y, en tercer lugar, salvaguardar la infraestructura y generar recursos por su inutilización.

Infortunadamente, en contravía a esta normatividad, la principal autoridad de nuestro municipio no tuvo ningún inconveniente en violarlas, y en poner a circular cerca de 30 vehículos, sin contar el furgón de la comida, y 20 motociclistas por su pista atlética, cuando allí solo se autoriza el ingreso a tres automotores: una ambulancia, el cuerpo de bombero y uno de la Defensa Civil o de la Cruz Roja. 

Es de anotar que los 500 parqueaderos destinados para los asistentes a los espectáculos estaban desocupados. Y qué decir de la cancha y los camerinos destinados exclusivamente para los deportistas, utilizados en esta oportunidad para albergar a los invitados a la  fantasiosa fiesta.

Lamentable ver a los principales escenarios deportivos de nuestra región convertidos en salones de bailes y comilonas, adornados con piñatas, guirnaldas multicolores, bombas, festones, felicitaciones y favores que obviamente no deben faltar en una celebración organizada por un funcionario con ínfulas de superioridad y de caudillito de pueblo. 

Ojalá la Fiscalía, la Procuraduría y la Personería, no se hagan las de la vista gorda y pasen de agache este manifiesto peculado. Por casos menos graves se han sancionado a muchos funcionarios que se han desviado de su recto camino.

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