El joven abogado de la Universidad del Rosario, Julio César Ruiz interpuso el pasado 12 de noviembre una acción judicial cuyo propósito busca que el Alcalde de Ibagué retire el letrero gigante, ubicado en el recién inaugurado coliseo de combate de la calle 42, y que contiene la frase ‘Ibagué Vibra’, que identifica a la  administración actual.

Pensé que, en un acto de lógica pura, de buen juicio y sindéresis, y respeto si se quiere, el alcalde Hurtado ya había dado la orden de quitar ese aviso. Que alguno, entre sus tantos asesores, le hubiera recomendado que los argumentos del abogado Ruiz son incuestionables, y que lo indicado era adelantarse antes de que llegara la orden de la autoridad competente.

El letrero sigue ahí plantado, imponente. Convertido en el aviso de la rabia, de la impotencia, del abuso, de la falta de sentido común, el aviso del oprobio, la discordia, el aviso provocador e insolente, el aviso de ‘me importa un bledo lo que digan’…Es el culto extremo a la personalidad, pero es también la desfachatez.

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¿Acaso será esta la manifestación más diciente de desafío que interpreta al dedillo el actuar del alcalde Hurtado?.

Consideremos que este desatino de fijar ese letrero no fue obra directa del Alcalde, sino de algunos de sus asesores que en los consabidos arrebatos de lambonería, están prestos a congraciarse con el mandatario. Pasa con la mayoría de gobernantes.  

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Alcalde Hurtado, no es por fastidiarlo como empiezan a decir por ahí, es porque los hechos son tozudos. Ojalá, de esos mismos asesores, apareciera alguien que le aconseje que es la humildad la que le va a permitir enderezar el rumbo en los dos años que le quedan de gobierno.  

Henry Rengifo