Estas fechas que han perdido un poco de vigencia con el correr de los años, hoy nos recuerdan más que nunca, que los ideales por los que murieron luchando contra las injusticias y la desigualdad siguen más vigente que nunca. 

Por eso, hoy está con nosotros Gonzalo Bravo Pérez, estudiante de la Universidad Nacional, que el 7 de junio de 1929, fue asesinado cerca a la presidencia de la República, cuando protestaban por la masacre de las Bananeras del gobierno de Miguel Abadía Méndez, cometida en diciembre de 1928. 

Luego se suma el 8 de junio de 1954, en la dictadura de Rojas Pinilla, los estudiantes conmemoraron lo sucedido en 1929. En la movilización, hubo enfrentamientos entre los estudiantes y la Policía y cuenta la historia que: “Tras regresar a la Universidad Nacional, la Fuerza Pública disparó a la multitud. En los hechos fue asesinado el estudiante Uriel Gutiérrez”

En respuesta a este homicidio, el mismo día, miles de estudiantes marcharon conmovidos por el asesinato de su compañero. Salieron a las calles repudiando los hechos y durante el recorrido por la calle séptima en Bogotá, fueron atacados por el batallón Colombia que abrió fuego contra ellos. Como resultado de la acción militar, fueron asesinados 11 personas y 50 más resultaron heridas.

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El 8 de junio de 1973, durante la conmemoración del estudiante caído, las autoridades asesinaron a Luis Fernando Barrientos, en la Universidad de Antioquia. Debido a estos hechos, los estudiantes colombianos decidieron declarar el 8 y 9 de junio como el Día del Estudiante Caído.

Hasta esta fecha, se conocían los nombres de las víctimas estudiantiles por la acción del aparato represivo del gobierno de turno. Sin embargo, en los actuales momento con motivo de paro nacional indefinido y con una comisión de CIDH –Comisión Interamericana de los Derechos Humanos-, aún desconocemos el número exacto de muertos, que supera los 70, donde seguramente más de la mitad son estudiantes,incluyendo al ibaguereño Santiago Murillo. 

La situación de represión del régimen uribista de Duque, más cruel y despiadada que las anteriores, nos aboca a una crisis sin antecedentes en la historia de Colombia, y a elevar considerablemente la cifra de estudiantes sacrificados en las manifestaciones y movilizaciones por parte de agentes del Estado. 

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El movimiento estudiantil ha estado presente en cada una de las luchas sociales, apoyando y aportando a las causas justas de las mayorías del pueblo colombiano, por lo que esta fecha, mantiene viva la memoria del estudiantado que ha dado su vida en la defensa y construcción de una educación digna y para todas las clases sociales, además de estar presente a lado de las causas y de las reivindicaciones del pueblo colombiano.