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El circo de la banalidad

El circo de la banalidad

Cada vez es más difícil recibir información veraz e imparcial. Los medios nacionales fueron cooptados por grandes poderes económicos que traen consigo sus propias ideologías y populismos con el fin único de conservar sus cuotas de poder político y sus cada vez más altos beneficios. El periodismo, base fundamental de la democracia, sucumbió ante la trivialidad y ante la necesidad de los poderosos. Lo que antes fue un escudo de defensa de las comunidades, hoy es usada como un arma de ataque en contra de ellas mismas. Ya no intentan, como en el pasado, disimular sus inclinaciones e intereses y entran sin rubores en el juego de la política electoral. Quizá siempre lo han hecho, sólo que hoy, con más posibilidades de acceder a la información, es más visible su descarada participación.


¿Cómo construir una opinión responsable si lo único que nos entregan son mentiras que visten de verdad y las repiten de manera incesante?


Los medios iluminan con sus focos escandalosos todo aquello que no vale la pena. Sin embargo, caemos en el juego. Grandes titulares para la respuesta de la mamá del futbolista Guarín a su comunicado público, la última publicidad de Epa Colombia y hasta los personajes del Chavo del 8 que siguen vivos. Las redes ayudan con el teatro de variedades y cada mañana se abre el circo de la banalidad con la que nos entretienen mientras los mandamases hacen fiesta con nuestro futuro.

Y si a nivel nacional llueve, por aquí no escampa. En los medios locales, el periodismo investigativo parece no existir. Se debe, especialmente, a la falta de equipo y presupuesto. Los pocos periodistas de las redacciones deben circunscribirse a notas de registro de nuestra cotidianidad para cumplir con la cuota de palabras, mientras la verdad queda escondida entre los arrumes de papeles oficiales y las declaraciones inocuas de nuestros gobernantes. Los medios locales no tienen grandes empresarios moviendo intereses, sin embargo, la inclinación política de cada uno, se siente. Y cuando no hay investigación y sí, mucha opinión con sesgo, pues nos quedamos con un pedazo deformado de la realidad y sin la posibilidad de construir opinión.

Y ante la banalidad y superficialidad del periodismo, no nos queda otra que caer en el juego. Reconozco que me divierten los memes, los comentarios llenos de ese humor rabioso de los ciudadanos, quizá porque siento que somos muchos los que sentimos impotencia y dolor por lo que sucede… sólo que a nadie, y menos a los gobernantes, les importa.

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