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El castigo físico sigue siendo el rey en la casa

El castigo físico sigue siendo el rey en la casa

La chancla, el palo, el siete rejos, el juete, la correa y la olla, por nombrar algunos elementos de poder en casa, siguen siendo los mandamases dentro de los adultos que pese a conocer ya de la ley que prohibe los castigos físicos, los utilizan como “opción” para educar a sus hijos. 

De acuerdo con un estudio revelado el año anterior por la facultad de psicología de la Universidad de la Sabana, en Colombia, el 52% de los niños encuestados indicaron que recibieron castigos físicos y el 47% dijeron que los episodios se daban con el uso de objetos.

Según la  Organización Mundial de la Salud (OMS), “en el último año 1.000 millones de niños y jóvenes entre los 2 y 17 años en todo el mundo fueron víctimas de abusos físicos, sexuales, emocionales o abandono. 

Como indica la Alianza por la Niñez Colombiana, estos números tienden a aumentar en tiempos de cuarentena por el estrés de la crianza en confinamiento. Aun así, las evidencias científicas demuestran que la creencia que tienen algunos padres de educar con estos métodos correctivos, en realidad produce todo lo contrario.”
 
Para la OMS la violencia contra los niños no solo hace referencia al castigo físico, también al emocional y psicológico que le pueden infringir sus padres u otras personas que los cuidan, entre ellos los profesores.

Juan Fernando Gómez, presidente de la Sociedad Colombiana de Pediatría, dijo en el foro que realizó esta institución educativa que “el castigo físico repetido constituye muchas veces el primer eslabón de una cadena creciente de maltrato infantil, ya que las violencias las aprendemos y las replicamos y entre más violencia se experimente en la infancia hay más posibilidades de entrar en relaciones violentas en el transcurso de la vida”.

El informe de la Alianza por la Niñez Colombiana con corte 2015 y 2019, se reportaron más de 50 mil casos de violencia contra niñas, niños y jóvenes en todo el país. El 68% de las agresiones fueron golpes contundentes, es decir, con objetos que tienen peso por sí solo, como un palo, una piedra, un martillo, etc., y en menor medida agresiones con objetos cortopunzantes.

 Gloria Carvalho, secretaria ejecutiva de la entidad, agrega que el 60% de los agresores fueron el padre o la madre de los niños o niñas afectados.

La cadena de maltrato físico es casi igual de contundente que el maltrato psicológico. Palabras como “no se porqué te tuve, no sirves para nada”, entre otras crean en los infantes secuelas complejas de reversar si no son tratadas a tiempo, por eso desde el Cronista.co los invitamos a trabajar desde casa en tiempos de pandemia, prácticas basadas en el amor y donde los castigos sean el quitar por ejemplo algo que le guste a las personas para que puedan desde esa forma de educar crear mejores entornos.

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