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Edgar A. Valderrama, y la historia de la radio del Tolima

Edgar A. Valderrama, y la historia de la radio del Tolima

Por: Humberto Leyton 


Lo conocí desde una tribuna del estadio San Bonifacio, antes Rojas Pinilla, y hoy Manuel Murillo Toro, cuando sus graderías eran unos bloques largos de cemento, ninguna de sus tribunas tenía techo y lo encerraba una gigante circunferencia construida en bloques de cemento de unos cinco o seis metros de altura, no tenía torres de iluminación y los partidos se jugaban a las 3:30 de la tarde. 

Desde una pista de arena, cerca al campo de juego, veía a un joven que sobresalía entre dos demás compañeros por los movimientos que hacía y la sonoridad de su voz. Cada que acentuaba la emoción o gritaba un gol se llevaba su mano izquierda al oído ídem y el eco retumbaba en el escenario, que hoy se podría comparar con un estadio de barrio o de potrero. 

El San Bonifacio solo tenía dos tribunas: occidental y oriental, la primera con unas 12 hileras de graderías y la segunda unas cuatro. Solo existía la puerta de maratón del lado sur, y por allí entraban los gorriones (niños y adolescentes que ingresaban gratis), que no superaban una cuerda o cabuya de 60-70 centímetros que controlaba un policía.

Recuerdo que los pájaros en filas, en algunos casos, picoteándose, recorrían el extenso campo así las tribunas estuvieran llenas, sus alrededores no estaban tan poblados como hoy, y los árboles y el verdor aún sobresalían. Este marco servía de escenario para asistir cada domingo a una cita obligatoria con la divisa Vinotinto y Oro, que llamaban peyorativamente “Tolimita”, donde la venta de boletería no alcanzaba para el sustento del equipo, sino que adicionalmente sus directivas tenían que organizar rifas de carros de segunda y hasta venta de empanadas para su sostenimiento. 

Un locutor ameno y jovial

Corría el año 1966, y aquel muchacho que llamaba la atención por la forma tan amena cuando leía las cuñas, ese era Edgar Antonio Valderrama Zabala, el hombre que abandonó sus estudios académicos para ingresar a ese olímpico de voces, cuyas gargantas estremecían al estadio gritando los goles, como signos de paz en un departamento que se recuperaba de la violencia partidista de los años 50. Era tiempos distintos al de las barras bravas. Recuerdo también que el narrador era Héctor Sánchez Vásquez, quien años más tarde se convertiría un escritor de kilates, ganador de importantes premios de narrativa en el plano internacional, como el Premio Esso de Novela y finalista del Premio Rómulo Gallegos.

Cuando Valderrama comenzó a ser protagonista de la narración deportiva, en el sentido extenso de la palabra, solo existían tres cabinas con cupo para dos personas en el destartalado estadio de la 37: La Voz del Tolima, Ecos del Combeima y Ondas de Ibagué; entretanto, La voz del Nevado hacia su trabajo desde la pista de arena. 

‘El comandante Valderrama’

En abril de 1967, Valderrama ingreso a Ecos del Combeima, en ese entonces de propiedad de Camilo Raful, y allí trasmitió el primer partido profesional de futbol: Tolima-Millonarios. 

El ‘comandante Valderrama’, desde entonces combinó la actividad de narrador, comentarista deportivo y la de periodista, en la misma emisora donde en la noche leía un noticiero de los conservadores llamado ‘Doctrina’ de Jaime Pava Navarro y en la mañana leía el noticiero de los liberales, denominado ‘Combate’ que orientaba el abogado y ex congresista libanense Saúl Pineda. 

Valderrama hizo parte de un grupo de reconocidos valores de la radio tolimense entre los que se destacaron Luis Eduardo Ruiz Rubio “Tico-Tico”, Jorge Eliécer Barbosa Ospina, Gustavo Torres Rueda, René Vargas, Pedro Antonio Rocha y  Óscar  Gutiérrez, entre otros. 

Pero además, este protagonista de la radio, que este jueves 5 de mayo, lanza su libro, ‘Historia de la Radio en el Tolima’  se le recuerda como el promotor de la música campesina a través de la Voz del Tolima, donde por 20 años, sostuvo este programa, en el que registró una  participaron que superó los tres mil 500 grupos, grabando varios CD, incluso varios de sus participante lograron escalar espacios en el panorama nacional de la música popular. 

El Político

En los años 80s, es tentado por la política, y forma un movimiento llamado Protesta, nada más contradictorio para un conservador que sigue las ideas de Álvaro Gómez Hurtado. En esta incursión fue diputado a la Asamblea del Tolima en dos periodos, luego Representante a la Cámara, pero perdió su intento cuando aspiró a la alcaldía.   

Nadie más que Edgar Antonio quien con vivencias y experiencias propias, sea el indicado para escribir una obra donde se narra la historia de un arte, oficio o profesión que involucra no solo el conocimiento sino las sensaciones e imágenes oníricas que surgen por todos los rincones de quienes hemos vivido este paraíso de la radio. 

Valderrama a sus 75 años, nos muestra ese cúmulo de historias que tiene la radio tolimense escondidas, las saca a la luz y les da vida contando hechos y rebelando nombres y personas olvidados que de una u otra forma, son parte de la magia de la radio y por supuesto, de la gran historia del Tolima.

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