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A la amistad

A la amistad

No sabemos si esta atribución que le hace al escritor argentino es verdadera o falsa, lo cierto, es que tiene un contenido en sus versos y estrofas que congrega toda la fraternidad y amistad del hombre.

Ese valor estético, ético y moral que debe regir una relación entre amigos. Es un protocolo de profundo entendimiento fraterno, sin cálculos ni ventajas que deben cimentar el cariño, el aprecio y el respeto por el semejante. 

Esta expresión artística de la belleza resume lo que son los amigos que elegimos, la familia, las amistades fuertes y duraderas, las fugases y pasajeras. Este poema es el concepto profundo de lo maravilloso y difícil de abordar una amistad, donde no tiene lugar la felonía. 

Estos versos son los más puros de lo que debe ser una amistad, que hoy nos pueden servir como enseñanza y como guía en el camino de cultivar el afecto de un amigo, de una amiga o la devoción de un ser humano.    

Poema de la Amistad

No puedo darte soluciones para todos los problemas de la vida, ni tengo respuestas para tus dudas o temores, pero puedo escucharte y compartirlo contigo.
No puedo cambiar tu pasado ni tu futuro.
Pero cuando me necesites estaré junto a ti.
No puedo evitar que tropieces.
Solamente puedo ofrecerte mi mano para que te sujetes y no caigas.
Tus alegrías, tus triunfos y tus éxitos no son míos.
Pero disfruto sinceramente cuando te veo feliz.
No juzgo las decisiones que tomas en la vida.
Me limito a apoyarte, a estimularte y a ayudarte si me lo pides.
No puedo trazarte limites dentro de los cuales debes actuar, pero si te ofrezco el espacio necesario para crecer.
No puedo evitar tus sufrimientos cuando alguna pena te parta el corazón, pero puedo llorar contigo y recoger los pedazos para armarlo de nuevo.
No puedo decirte quien eres ni quien deberías ser.
Solamente puedo quererte como eres y ser tu amigo.
En estos días oré por ti…
En estos días me puse a recordar a mis amistades más preciosas.
Soy una persona feliz: tengo más amigos de lo que imaginaba.
Eso es lo que ellos me dicen, me lo demuestran.
Es lo que siento por todos ellos.
Veo el brillo en sus ojos, la sonrisa espontánea y la alegría que sienten al verme.
Y yo también siento paz y alegría cuando los veo y cuando hablamos, sea en la alegría o sea en la
serenidad, en estos días pensé en mis amigos y amigas, entre ellos, apareciste tu.
No estabas arriba, ni abajo ni en medio.
No encabezabas ni concluías la lista.
No eras el número uno ni el número final.
Lo que sé es que te destacabas por alguna cualidad que transmitías y con la cual desde hace tiempo se ennoblece mi vida.

Y tampoco tengo la pretensión de ser el primero, el segundo o el tercero de tu lista.
Basta que me quieras como amigo.
Entonces entendí que realmente somos amigos.
¡Gracias por ser mi amigo!.

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