Crónicas

El fresnense de la aventura osada

El fresnense de la aventura osada

“Después de 39 años de culminada esta pequeña locura, recuerdo el viaje que realizó Carlos Julio Londoño, mi padre, auspiciado por Carlos Arturo Rueda C., el Campeón, quien en un gesto de solidaridad recolectó 1 centavo por boleta narrando un partido de fútbol una tarde del año 1952. Su locura consistió en viajar de Bogotá a los Estados Unidos en un prototipo de casa camión diseñado por él”.

“Su locura consistió en viajar de Bogotá a los Estados Unidos en un prototipo de casa camión diseñado por él”

Estas fueron las palabras que escribió Danilo Londoño unos pocos meses antes de morir en un accidente, en 1995, en un boletín del Banco Andino donde trabajó. En este escrito recordó la travesía que su familia realizó para migrar a EE. UU.

No conocí a mi abuelo, pero sus palabras me llevaron a indagar sobre esta aventura que él llamó “pequeña locura”, pero que, en su momento, fue una grandiosa e impensable idea de toda una familia para una época en la que no había tecnología ni facilidades; solo el ingenio de un aventurero y emprendedor con el soporte de su esposa.

Transcurría el año de 1952 cuando este joven oriundo de Fresno, Tolima, de nombre Carlos Julio Londoño Salgado, de 22 años, con su esposa, Emma Casasbuenas, y sus dos pequeños hijos, Carlos Jr., de 4 años, y Danilo Alberto, mi abuelo, de tan solo 1 año de edad, emprendieron esta aventura que cambió sus vidas.

Carlos Julio se dedicaba a labores de mecánica y hacía parte del cuerpo de bomberos en su Fresno natal. El primer síntoma en esta locura, con machucones y sacrificios como él mismo contaba, fue adecuar en la parte superior de un viejo camión modelo 1920 de la compañía White Motor, una casa rodante dotada de cocina, dormitorio y una especie de baño, que si bien no cumplían con las especificaciones de confort que hoy conocemos, eran suficientes para albergar una familia en esa idea que rondaba por su cabeza.

Así fue como un día salió de su pueblo con la suya, en su camión remodelado y sin ningún peso hacia Bogotá, con la firme idea de conseguir los recursos y patrocinios necesarios para cumplir con su sueño de ir desde Colombia a Estados Unidos.

Si bien el proceso se tornó difícil, Carlos Julio contó con la buena fortuna de encontrarse con Carlos Arturo Rueda C., un reconocido periodista y locutor de la época. El Campeón, como lo llamaban, brindó su apoyo sin dudar y promovió esta aventura recolectando en la narración de uno de sus partidos una cantidad considerable para este viaje.

Esto sirvió para llamar la atención de otros patrocinadores, como la misma White Motor Company, quienes recibirían un reconocimiento por ser los fabricantes del camión que cruzaría desde Bogotá hasta la ciudad de Cleveland, EE. UU., y que darían a Carlos un puesto como mecánico al culminar su viaje.

Todo estaba listo, llegó el día 9 de mayo de 1952, la ciudad entera había oído hablar de la familia colombiana que, sin saberlo, representaría al país por toda Centroamérica. Los cuatro viajeros fueron despedidos por una importante comitiva, encabezada por Carlos Arturo y la reina de belleza de ese entonces, Leonor Navia; la plaza de Bolívar se llenó de expectativas y se repartieron recordatorios de la familia Londoño y su poderoso camión Casa White.

Patrocinados por la marca de llantas Itarco, el aceite RPM de la Standard Oil, la casa de bujías Champion, la de baterías Exide y hasta la marca de cámaras e implementos para fotografía Kodak, la familia Londoño emprendió su viaje por las carreteras de Colombia para llegar al puerto de Buenaventura y de ahí poder hacer conexión con Panamá.

Lo que sería un viaje de tan solo seis meses se extendió de manera significativa, aunque estuvieron unos días en Venezuela, regresaron al país y recorrieron ciudades como Manizales, Medellín, Pereira y Sevilla, hasta llegar a Cali.

Donde quiera que iban, eran recibidos con cordialidad, los departamentos ya estaban enterados del arriesgado plan de la familia y cada vez se iban sumando patrocinadores, haciendo que la familia llevara en su equipaje artículos simbólicos como el café donado por la Federación Nacional de Cafeteros, licores como el famoso Ron Viejo de Caldas, partituras y discos nacionales como bambucos, pasillos y guabinas, hasta caricaturas de importantes artistas locales.

Saliendo de Colombia

Para cuando salieron de Colombia ya había pasado un año, de Buenaventura vía ferry a Panamá arribaron con éxito, conquistando así el primer territorio centroamericano. Panamá los recibió con los brazos abiertos y fueron acogidos por el cuerpo de bomberos de la ciudad.

Emma, una mujer entregada a su esposo y sus dos hijos, sorprendió a Carlos con la noticia de su embarazo. Instalados temporalmente en la capital de ese país, nace Patricia Londoño el 16 de mayo de 1953. Fue apadrinada por 52 integrantes del cuerpo de bomberos. Después de los meses suficientes, la familia tomó de nuevo las riendas de su andanza dirigiéndose a Costa Rica, el lugar donde estarían cerca de perder su camión en más de una ocasión.

En la jungla costarricense fueron sorprendidos por un no tan amigable anfitrión. Al llegar, el clima es quien les juega una mala pasada, una fuerte tormenta volcó su hogar móvil, haciéndolo caer casi seis metros bajo el agua. Rápidamente recibieron la ayuda de soldados del Gobierno, tomándoles 36 horas para rescatar el automotor exitosamente.

Más adelante, el viejo camión fue atacado por un jaguar; en un momento de pánico e incertidumbre, Carlos le dispara asegurando a su esposa y tres hijos. La piel del animal fue convertida en un chaleco, el cual conserva la memoria de la ingrata anécdota.

La naturaleza no fue la única en estar en su contra. Para la época, Costa Rica vivía una etapa de levantamientos sociales revolucionarios. Días antes, la embajada de Estados Unidos les había entregado libros y propaganda americana, por lo que la población sublevada se resintió, y más, teniendo en cuenta que el camión y el viaje en sí mismo eran patrocinados por una empresa gringa. Por este motivo, tras investigaciones e interrogatorios, la familia se vio obligada a colocar banderas blancas para salir del país.

En el trayecto hacia Guatemala, para sorpresa de Carlos, se encuentra con la noticia que Emma está embarazada de un cuarto bebé. Sabina Londoño nace en Quetzaltenango un 7 de abril de 1955, Viernes Santo, en el Hospital General de Occidente.

Parece que el viaje por fin está terminando, han llegado a El Paso, la frontera mexicana con Estados Unidos y los recursos se están agotando, se requiere la visa de ingreso y en tanto se hace posible, Carlos Julio trabaja en una empresa de máquinas de coser para sostener a su familia, que, sin imaginarlo, estaba por crecer un poco más.

La prensa local de cada uno de los lugares registró uno por uno sus pasos y anécdotas, desde cuando el viaje fue planeado hasta el maravilloso nacimiento de dos hermosas bebés, quienes representarían una parte de la aventura. En las estaciones a donde llegaba, Carlos desempeñaba su labor como mecánico, así como también iba a radiodifusoras para promocionar su viaje y compartir con el público la cultura colombiana.

Al llegar a Estados Unidos, nació América. La pequeña Íngrid América vio la luz el 8 de abril de 1957, viendo culminar el viaje de su familia en la ciudad de Cleveland, donde la compañía White Motor recibió a Carlos Julio como empleado estrella y a su veterano camión como parte del museo que estuvo vigente hasta no hace mucho tiempo.

La familia Londoño se instaló en esta ciudad y empezó una nueva vida que dejaría un legado en toda su descendencia.

Carlos Julio murió el 13 de agosto de 2007 en su Fresno natal; su esposa, Emma, murió el 6 de noviembre de 2001; de Carlos Eduardo no se tienen noticias. Patricia, Sabina y América viven actualmente en Bogotá, en compañía de sus familias, guardando con mucho afecto y emoción la historia de la que fueron protagonistas.

LUANA SOFÍA LONDOÑO
Especial para EL TIEMPO*Alianza con escueladeperiodismo@uninpahu.edu.co

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