En el Tolima como en el resto del país nos acostumbramos a echarle la culpa del contagio de Covid19 a las autoridades. Se nos olvidó que esta enfermedad toca al colectivo cuando las personas no realizan de manera consciente las tareas de protegerse como son el uso permanente del tapabocas, lavado de manos y distanciamiento social, especialmente.

Me paniquea hablar con amigos y personas que conozco indicar que salieron ya de su aislamiento o que uno de los suyos murió por cuenta del Covid19, una enfermedad sindémica que ataca a los seres humanos por el órgano que tenga más frágil.  

Con la muerte de don Carlos Alvarado y Alvaro Ramírez se puede presentar un fenómeno social basado en el aprecio, admiración y cariño hacia esas dos personas que dejaron huella en muchos tolimenses. 

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El último adiós debemos darlo cumpliendo esos protocolos de un máximo de 10 personas en el sepelio, porque Ibagué esta con el virus a flor de piel y las concentraciones en estos momentos es poner en riesgo a la familia Alvarado – Mercacentro y la familia Ramírez a quienes desde este espacio envío mis condolencias. 

Nos llegó la hora de tener los cinco sentidos puestos en nuestro cuidado y en el estimular a los nuestros a seguir cuidándonos en los momentos más dificiles cuando en el Tolima se registrarán por muchos días más de 500 casos diarios. 

Nos llegó la hora de romper la cadena de contagios dejando la visitadera, cumpliendo los toques de queda, dejando la quejadera de no tener la libertad necesaria para hacer lo que nos venga en gana. 

Nos llegó la hora de dejar de ver la cifra como un simple número, porque ahora en la lista de fallecidos son muchos los amigos y conocidos que están presentes y la impotencia que se siente no tienen forma de ser escrita.