Opinión

Voto en blanco: ¡un Canto al Tolima!

Voto en blanco: ¡un Canto al Tolima!

Los pueblos de la costa atlántica, del litoral como de las sabanas, siempre le han agradecido al Tolima, por lo que hicimos o por lo que dejamos de  hacer.

A diferencia de la usurpación de otras gentes de otras regiones llenas de presidentes y explotadores, los tolimenses en especial los primeros agrónomos de la Escuela de San Jorge o de la Estación Agrícola de Armero,  llevamos el progreso y la técnica, sin contraprestación, motosierra, abogansters o Notaria de bolsillo encima.

Vestigios quedan y muchos: empezando por la misma historia de cátedras de costeños, de tolimasacosteñados o de costeños tolimensados en la vieja UT o la de la sapiencia y el arte, sin que pena alguna nos diera, antes que los saltimbanquis de los tales echa’osp’adelante, a los que la capa del viejo hidalgo (el patrón) se hizo rayas para hacer ruana (el esclavo) y dominar, explotar.

Ni ruana, ni patrón, ni capa, ni esclavo, ni rayas, ni menos hidalgo, así la tal Federación de Cafeteros o su vástago de burocracia, el Comité de cafeteros, desde Planadas hasta Herveo o desde Alpujarra hasta la Paloma en Cajamarca, trate de enrostrarnos la ruana o la capa, o sus rayas, para su obediencia eterna.

De las primeras facultades de agronomía en el país de los Ejércitos de Cristo Rey o el de los del Frente Nacional, la tolimense es la primera y la mejor, que es mucho decir.

En un país ignorante y excluyente como el que asesinó a Jorge Eliecer Gaitán Ayala, donde a punta de crucifijo y de arrieros se domeñaba, el Tolima y sus sabios reconocían a campesinos e indígenas como paisanos y nacionales, tal cual.

Por eso la esperanza está en el Tolima.

A punto que uno de los líderes de la guerra que se nos fue diríamos en 2016, Adán Izquierdo, era costeño combatiendo en el Tolima al ejercito traidor del señor Guillermo León Valencia, abuelo de la otra traidora y suplantadora de rayas hoy oportunista tolimense senadora de aspavientos y gritos.

Y así es lo mismo en el rio San Juanito, en el Duda, el Guayabero, el Güejar, el Ariari o el Meta, somos los tolimas enemigos de las rayas, de las ruanas y de las capas, de los hidalgos para decir lo menos, quienes llegamos primero a decir aquí estamos y acá nos quedamos, haciendo escuelas, comunidades, puentes, juntas de acción comunal y nación, con machete, fisto y de todo, patasolas, mandingas, mohanes, madremontes o lloronas, menos crucifijos.

Así que, por ejemplo, ¿qué puede ofrecer a esta tierra de pacíficos colonizadores y de sapientes agricultores, gente como un ex policía embadurnado de contratos y corrupción y pasado judicial de presunto sindicado, o una señora de cuyo hermano político se dice presuntamente llenó de paramilitarismo a las llanuras pacificas del rio Magdalena, o un badulaque que antaño cara hoy sello y mañana filo nunca podrá borrar que golpeó a una mujer en su confusión sexual, o a un ávido ex contratista el que solo sabe que su verde es sinónimo de ir a ver ballenas mientras el país se derrumba?

En esencia, el Tolima, después de la señora Carmen Inés Cruz y la caterva que le siguió de “lideres” como ella, o de “maestros” de la cultura, o de ungidos del partido de los gremios o de los académicos, hasta el día de hoy, solo frustración y pena disfrazada de alternativa, le condena. 

Por eso el uribismo reina.  Por vergüenza, no de ellos sino de esos y esas que le gobernaron.

Así que a votar en Blanco, para despertar al león dormido.

No es gratuito que la base militar más grande del país de los de la ruana y de la capa del hidalgo, quede en Melgar (Tolima).

O que el Pacto de Chicoral donde se transó el paso del gobierno militar (tras asesinar al negro Gaitán) al civil militar que bendijo el señor Echandia, quedara firmado en la inspección del mismo nombre en el municipio de El Espinal.

O que la operación Marquetalia dictada por la Misión Kemmerer, con sus bombas de Napalm, haya caído sobre la zona rural de unos campesinos en Planadas, Tolima.

En la voz de Alejo Duran en 1970, inconfundible y más en 1999 con Chema Martínez en Fundación Magdalena,el abogado costeño Pedro Claver García Díazla cantó primero (1968) con el acordeón de Florentino Montero, después con Alberto Pacheco y sus Universitarios, luego con Darío Díaz en los Cañaguateros, la insigne “Canto al Tolima”, letra del también abogado Guillermo Valencia Salgado más conocido como el compaegollo nacido en Mocari muy cerca a Montería, la misma tierra del Ubérrimo, comarcas donde se asesinaron agrónomos tolimenses. 

¿Acaso el ex policía presunto sindicado, o la señora hermana del presunto inundador de desgracias paramilitares, o el supuesto confundido golpeador de mujeres o elex contratista pupilo del mirar ballenas mientras la desgracia nos cobija, saben algo de esto?:

Por  los campos del Tolima

un cantar viene del cielo

recordando a los abuelos

que pausaron  la guabina

 

Hoy los odios fratricida

se apoderan de los campos

en vez de que el dulce canto

es  anhelo de la vida

 

Pueblo escucha

eres de mi patria hermosa

fuerte espina y dulces rosas

y olvida el rencor

 

Canto y rezo

para que Tolima sueñe

que de la montaña viene

dulce libertad

 

Nunca pudo un Tolimense

cantarleasí a su propio llanto

como el llanto que hoy se siente

por el gualanday  bajando

 

Como el llanto que hoy se siente

por el gualanday  bajando

 

Pueblo escucha

te canta un costeño amigo

para que tu Dios divino

te traiga la paz

 

Canto y rezo para que Tolima sueñe

que de la montaña viene dulce libertad

 

Letra de Guillermo Valencia Salgado, 1970

Versiones de Alejo Duran, Pedro García y Diomedes Díaz 

 

¡Votar en blanco porque existe una esperanza, esa esperanza es de lucha, esa lucha volverá a renacer en el Tolima como tanto se le agradecen los costeños y Colombia entera con sus cantos!

 

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