Opinión

Premio Internacional a Defensores de Derechos Humanos y Líderes Sociales en Colombia

Premio Internacional a Defensores de Derechos Humanos y Líderes Sociales en Colombia

Por: Jorge Ancizar Cabrera Reyes.


"La paz sólo puede durar cuando se respeten los Derechos Humanos, cuando las personas tienen que comer y cuando los individuos y las naciones son libres”. Dalai Lama.

El reconocimiento en liderazgo y en defensa de los Derechos Humanos y Fundamentales por la Corporación Colombo Canadiense Human Rights International Organization “ Chrio", Sección Colombia, Misión Huila, a Patricia Trujillo Guerrero, oriunda de Neiva, Huila, Directora Ejecutiva Ong Chrio Misión Huila, condecorada con el Premio Orquídea. Nombramiento como Embajadora de Buena Voluntad y Embajadora para la Paz y Jaime Ediver Castro Acosta, oriundo de Ataco, Tolima y actualmente como Presidente  Junta Directiva de la Ong Chrio Misión Huila, condecorado con el Premio Orquídea. Nombramiento como Embajador de Buena Voluntad y Embajador para la Paz, igualmente para los dos homenajeados alcanzaron el Premio Trillium Award 2020, es un acto de mucha importancia para Colombia por su trascendencia internacional a nuestros voceros y defensores de derechos humanos.

Es importante tener en cuenta que el representante legal de esta organización no gubernamental es el Doctor Mario Guilombo Acosta un gran Abogado y Jurista investigador científico de los Derechos Humanos y como hijo oriundo del Municipio de Ataco – Tolima es un orgullo para nuestro Departamento y nuestro país tener un vocero y defensor de los Derechos Humanos con tanta solvencia académica, ética y moral en Canadá.

Toda persona que trabaja en la defensa de los Derechos Humanos y fundamentales, esta exponiendo su vida en cualquier momento,  máxime cuando pensar en países donde no hay seguridad es muy peligroso, ya que la tendencia de algunos gobernantes Neoliberales de Derecha es criminalizar el Derecho a la Protesta , el Derecho de Opinión y el Derecho de Expresión y borrar por completo del texto de sus Constituciones Políticas, los Derechos Ciudadanos y Humanos.

Esto nos hace preguntar con Eleonor Roosevelt: “¿Y dónde, y en qué lugar empiezan los Derechos Humanos?”. En pequeños lugares tan próximos y pequeños que no aparecen en el mapa. Lugares en donde cada uno es igual ante la Ley. Si esos Derechos no significan nada en esos lugares, no significa nada en ninguna parte y menos va a significar la vida de los líderes sociales y defensores de Derechos Humanos cuando está demostrado que las violaciones de los derechos humanos de hoy, son la causa de los conflictos del mañana.

Los Derechos Humanos de cualquier generación ya sean de primera, segunda, tercera y cuarta, tienen que ser protegidos y garantizados por el Derecho Internacional de los Derechos Humanos (DIDHH), Derecho Internacional Humanitario (DIH), a través de las Naciones Unidas de la Organización de los Estados Americanos (OEA) en la Comisión y Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), la Corte Penal Internacional (CPI), la Corte Internacional de Justicia de la Haya (CIJ) y fundamentalmente por el Derecho Interno de cada país que haya aprobado por el Congreso de la Republica como Ley los Acuerdos, Tratados y Convenios de Derechos Humanos como Bloque de Constitucionalidad o Norma Supralegal, tal como es el caso en el Derecho Constitucional Colombiano donde la Corte Constitucional es la guardiana de la Constitución Política y la Desarrolla con su Jurisprudencia, esto por no hablar de la Justicia Transicional de la Justicia Especial de Paz donde se hacen valer los Principios de Justicia, Verdad, Reparación y no Repetición. 

El trabajo de los defensores de Derechos Humanos es una tarea tan noble, tan humana y tan loable, pero a su vez tan dura por cuanto con su liderazgo se busca en Colombia aclimatar la paz y la convivencia pacífica para reemplazar la máscara de la muerte, la tortura, la barbarie, el secuestro, el desplazamiento y la desaparición forzada, por una cara llena de esperanza con fundamentos de civilidad, que garanticen que la vida se recreé en los campos y en la ciudades, donde se cambie la cómoda posición de observadores, telespectadores y consumidores de masacres, dolor, horror, miedo, pavor y sufrimiento ajeno que nos han borrado la sensibilidad , la solidaridad, la colaboración, la responsabilidad y han hecho de nosotros unos sujetos pasivos inmunizados y petrificados del miedo que todo lo aprobamos, lo consentidos y hasta rechazamos la acción más cívica y ética en defensa de los Derechos Humanos de nuestros mismos familiares y amigos.

En medio de tantas marchas por la vida, de tantas convocatorias a la reconciliación de nuestros compatriotas, que en realidad anhelan de forma decidida la paz hay que recordar a aquellos que tienen actualmente responsabilidades políticas, que estamos a tiempo de emprender una gran política o cruzada destinada a combatir las injusticias que caracterizan nuestra sociedad, donde nos inspiremos en la filosofía de los Derechos Humanos y no en la razón de la fuerza sino en la fuerza de la razón como cultura de paz y en la convivencia pacífica de la sociedad.

Los Estados deben garantizar la protección de los Derechos Humanos, en todos su niveles que compone la estructura del mismo, es una obligación de todos, de la sociedad y de los gobernantes y  servidores públicos, pues el conocimiento y la búsqueda a la solución concreta de los problemas derivados de los Derechos Humanos, es la razón de los que tienen liderazgo y representación   política en el  legislativo-Congreso,  administrativo-Gobierno y judicial-Altas Cortes, para solucionar las necesidades sentidas y no satisfechas de todas las personas, como son aquellos derechos económicos fundamentales, los derechos civiles, culturales, sicológicos, ambientales etc., sin solución y de los cuales no puede vivir, ni sobrevivir el ser humano, ni la familia, ni la comunidad, ni la sociedad.


Se debe garantizar el derecho a la vida, a la  alimentación, a los servicios de salud, al vestido, al techo o vivienda digna, a la educación y al trabajo, así se contribuye  la Paz duradera y se evita las confrontaciones y el descontento y por supuesto la Guerra.


El segundo considerando del  preámbulo de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, dice: "Considerando que el desconocimiento y el menosprecio de los derechos humanos han originado actos de barbarie ultrajante para la conciencia de la Humanidad; y que se ha proclamado, como la aspiración más elevada del hombre, el advenimiento de un mundo en que los seres Humanos, liberados del temor y de la miseria, disfruten de la libertad de palabra y de la libertad de creencias". 

Y para decir con Miguel de Cervantes Saavedra: "No hay en la tierra, a mi parecer, contento que se iguale a  alcanzar la libertad perdida... Un poco de luz y no más sangre... La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los Cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra, ni el mar encubre; por la Libertad, así como por la Honra, se puede y se debe aventurar la vida".

Para terminar diciendo con Nelson Mandela que: “Privar a las personas de sus Derechos Humanos es poner en tela de juicio su propia humanidad”.

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