Tenemos una gran oportunidad de repensar muchos aspectos de la vida social, económica y política. 

Si bien es cierto nuestro país y nuestra región padece  de las mismas endemias que muchos sectores del mundo,   en unos meses cuando dejemos el miedo,  al poseer   una  vacuna contra la peste, se trata de buscar una conciencia social generalizada para poder encontrar los caminos del desarrollo, con objetivos diferentes.

 Las grandes tesis económicas están diseñadas para que con la economía logren  el bienestar de la gran mayoría, no para  generar los grandes problemas que hoy afrontan los pueblos, por cuenta de quienes erróneamente han tenido el poder para desarrollarlas.

Continuar alentando el abismo de desigualdades entre las personas  {el 43 por ciento de la riqueza está concentrada en el 1 por ciento de la población}  con factores como la pésima distribución del ingreso, casi la mitad de la población en Ibagué el 47 por ciento ganan menos de un salario mínimo  -OLUT-,  la informalidad supera el 54 por ciento de los que trabajan   -OLUT-,  sin ningún contrato laboral, seguridad social, ni menos aporte a pensión,  refleja   la débil  atención del Estado en temas tan sustantivos, con consecuencias indeterminadas. 

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Buscar  soluciones a temas tan críticos, como la depredación ambiental que hacemos a diario, que ya está afectando nuestro planeta, por cuenta de la devastación  de los recursos naturales, es una prioridad.  

En este contexto me atrevo a soñar en el  mañana con planes de desarrollo en nuestras ciudades que cambien,  por ejemplo la cultura de contaminación y aglomeración del sistema de transporte. Siendo puntual,  Ibagué debe iniciar un plan vial, donde la bicicleta sea un medio de transporte fundamental en la ciudad. 

Hoy grandes capitales del mundo han iniciado su implementación.  París está acondicionando  600 kilómetros de ciclo rutas en su área metropolitana, Bogotá está desarrollando  80 kilómetros de ciclo rutas. 
Las estadísticas arrojan que en la capital,  casi un millón de ciclistas están utilizando las vías existentes, desde que inició la cuarentena. 

Este medio de transporte  no contamina, el costo de traslado es mínimo y la adquisición de la bicicleta  es accesible a casi toda la sociedad. Nos faltan vías, mantenimiento  y  seguridad  para evitar el robo y   una red de asistencia al usuario en caso de  accidentes. 

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Una buena planificación respaldada con un presupuesto ajustado,  conlleva a que sea  verdadera alternativa.

 La conectividad, si bien se venía implementado a un ritmo acelerado en el mundo, hoy en este aislamiento al cual nos hemos visto sometidos, el uso del internet,  del computador  y todo lo que nos ofrece la tecnología digital, se ha vuelto herramienta fundamental para que la economía no se apague del todo,  hemos avanzado en tratar de utilizarla  de manera más eficiente.

 Hacia el futuro será necesario que los gobiernos la implementen en sus territorios a nivel urbano como rural para toda la población.

Encuestas a nivel de la región tienen a nuestro país como el más corrupto, es necesario  acabar con ese monstruo de siete suelas, es imposible implementar cambios hacia el futuro, si la población no hace frente común para  exterminarla.  Se calcula en aproximadamente 14 billones de pesos, la corrupción en Colombia. 

La pobreza, el desempleo y el hambre serán protagonistas después de la pandemia,  pero para poder buscar  soluciones lo primero que tenemos que atacar con muchas dosis de moral, es este cáncer social.

 Hoy con los niveles de pobreza  y desolación en los que nos deja la pandemia, con tasas  de desempleo alarmantes,  la clase media empobrecida, es necesario acabar con polarizaciones que enardecen peleas sin sentido, para buscar causas comunes que nos lleve a una nueva sociedad, más equitativa e incluyente, respetando nuestras diferencias. 

Los gobiernos y  la clase dirigente tienen la palabra para buscar los caminos por el bien de todos.