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Números que no son números

Números que no son números

En el estudio del DANE del mercado laboral al 30 de mayo de 2020, las cifras son espeluznantes. 4 millones 902 mil personas perdieron su empleo. 

Ibagué, la campeona sempiterna del desempleo colombiano, tiene ahora un tasa de desempleo de 31.7%. Los números son fríos, así que traduzcámoslos. Por cada 100 ibaguereños, cerca de 32  no tienen empleo, no tienen ingresos, no tienen cómo pagar el arriendo, no tienen cómo pagar servicios y no tienen cómo brindarle una comida a sus hijos que antes pasaban con una aguadepanela y un pan. Ahora ni eso tienen.

 ¿Y el futuro? Cuál futuro, dirán los jóvenes. La tasa de desempleo para esta población entre 14 y 28 años, es del 44.2%. Es decir, que 44 de cada cien jóvenes de Ibagué no tienen esperanza, no pueden ayudar con los gastos de la casa, no tienen cómo pagar sus estudios y no tienen cómo echar algo en la nevera, ahora que se necesitan manos para, entre todos, comprar pan y huevos. Los números no son sólo números. Son tragedias humanas.

Para una ciudad como Ibagué, que vive esencialmente del comercio, no se ven salidas. Hoy más que nunca se necesitan líderes valientes que sin dilaciones construyan el futuro económico de la región a partir de grandes estrategias, creativas y arriesgadas. Necesitamos construir una vocación económica y alrededor de ella, grandes proyectos. El sector público debe hacerlo, porque aquí, el sector empresarial y gremial está dedicados a las peleitas menores, de quién se hace a tal cargo, quién es el de la junta, quién es el que más caga. Y la ciudad, jodida. 

Del concejo, tampoco se puede esperar mucho. Los acuerdos que van en la primera mitad del año son de trámite bastante normal, que las facultades para el alcalde, que crear una comisión para la equidad de la mujer, que institucionalizar la feria Ibagué café festival. Seguramente todo muy importante y necesario, pero futuro, lo que se dice crear futuro, pues no lo están haciendo. Al menos, no por ahora. Sólo sobresalen los subsidios a los servicios públicos.

El plan de desarrollo tampoco es ambicioso. En la Dimensión Ibagué económica y productiva, las metas son de una timidez que asombran: aumentar el indicador de dinamismo empresarial de 2,3 a 3 en cuatro años, disminuir en 2% la tasa de informalidad en cuatro años, incrementar el índice de competitividad turística y pasarlo de 5,22 a 5,5 en cuatro años,  disminuir el déficit de vivienda cuantitativo y pasarlo de 17.346 a 17.338 en cuatro años, incrementar el porcentaje de pequeños productores en mercados formales y subirlo a 0,25 en cuatro años. ¿De verdad?

Más allá de lo que manda el Plan de Desarrollo, que seguramente es tímido para asegurar el cumplimiento ante un presupuesto tan limitado como el de nuestro municipio, ahora necesitamos una luz que nos guíe, que señale cómo podemos sortear la tragedia humana que representan los números, cómo podemos hacer para emprender un camino que garantice la dignidad para tantas familias que hoy están aguantando física hambre.

Alcalde, gobernador… ¿qué vamos a hacer?

 

  • Por. Carlos Pardo Viña, Escritor y periodista.

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