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No fue tan atractivo cruzar el túnel más costoso del mundo

No fue tan atractivo cruzar el túnel más costoso del mundo

Con tantos bombos y platillos decidí hacer un recorrido por el eje cafetero iniciando por Manizales, considerada como uno de los mejores vivideros de Colombia de acuerdo a la encuesta de calidad de vida Cómo Vamos.  

Lo primero que me impacto es ver el trabajo en las calles internas, sendos puentes a su entrada permitirán en un corto plazo tener ya la doble calzada por la vía que comunica desde Fresno – Letras hasta la capital de Caldas. 

Me pasó lo mismo en Pereira, se ven obras de cemento, más no pude ahondar en obras sociales.  Debo confesar que lo golpea a uno ver en el centro de la ciudad el alto consumo de heroína en población joven.

Por Armenia mi paso fue fugaz, pero al indagar sobre problemáticas juveniles, el fenómeno de Pereira se está esparciendo rápidamente y las políticas en consumo de sustancias psicoactivas no dan tregua, hechos que empiezan a tener el mismo impacto en todo el país. Sino vaya a Medellín y dese una vuelta por la orilla de su río. 

Pero ahora sí al grano, empecé el crono escalada saliendo desde Armenia en una doble calzada pequeña existente desde hace algunos años, sin mucha señalización; luego a la cola con todas las mulas que hacen su trabajo diario. 

La paciencia que se tiene contrasta con la emoción de encontrar esos murales en cada túnel que se pasa, al apreciar esa infraestructura en el peaje, llegué a otro país alcanzó a decir la conciencia. 

Buena señalización, hecha además por una empresa tolimense, León Gráficas y eche pa` dentro diría “mijita”. El primero y el segundo normal, la imagen de los colibrís resalta hasta cuando se encuentra uno con los osos. Ese es otro cantar, la señal de la radio se perdió y por estar grabando las entradas no sintonicé la emisora del Túnel. 

En los más de 15 minutos que dura el trayecto hice feedback, flashback, no quedó nadie fuera de mis pensamientos, por supuesto todos positivos hasta que vi la luz al final del túnel y es como si me hubieran resucitado y regresado al país del sagrado corazón de Jesús. 

La nostalgia se siente cuando llegas al antiguo peaje. Atrás quedaron ya las personas, quizás familias que vivían al avisar que venía una mula y necesitaba la mayoría de los metros del ancho de la carretera, esperando esa moneda que tiraban los conductores. 

La venta de tinto y fríjoles permanece en el lugar, gracias a las filas de carros en ese monumental trancón que se sigue haciendo hasta que terminen las obras que ahora en sus viaductos refuerzan con dos líneas más de hierro. 

Dos horas y 45 minutos desde el antiguo peaje hasta Ibagué contrasta con la realidad que nos quieren vender desde INVIAS. Estoy seguro que la accidentalidad bajó y que los conductores sienten el descanso por la doble calzada subiendo hasta Armenia. 

No nos echemos cuento, a esa vía le falta mucho por construir, y ese segundo túnel que reclamamos no se dará, ya está la doble calzada. Solo espero que las promesas de terminar todas las obras antes de finalizar el 2022 sean una realidad y podamos andar por ese carreteable sintiendo que estamos en esa locombia que todos soñamos.

Nota de la redacción. Es pertinente aclarar que las opiniones expresadas por los columnistas que escriben en El Cronista.co llevan el sello de responsabilidad de sus autores. El Cronista.co vela por la libertad de opinión, siempre y cuando se haga dentro de un marco de respeto, rigor y responsabilidad.

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