Opinión

Lula Da Silva, encarcelaron a un hombre no a sus ideas

Lula Da Silva, encarcelaron a un hombre no a sus ideas

La libertad del expresidente brasileño Lula Da Silva, es el comienzo del derrumbamiento de los procesos penales montados vulgar e infamemente contra líderes Latinoamericanos que no encajan en el recetario neoliberal de la ultraderecha.

Ante el desprestigio y el rechazo a los golpes de Estado orquestados por el imperio en colaboración con sus cipayos latinoamericanos, promovidos en el Plan Cóndor, consistente en una política represiva y de conspiraciones a lo largo del cono sur Americano, contra los regímenes democráticos, donde fueron instaladas dictadoras militares sanguinarias en Argentina, Chile, Uruguay, Brasil, Paraguay y Bolivia, en la década de 1970-1980, para defender y perpetrar los intereses del gran capital transnacional, se inventaron una nueva estrategia donde sobresalen cuatro elementos fundamentales para cambiarle el rostro a la crueldad de los asesinatos abiertos y a sangre fría, las desapariciones  y a la represión rampante y descarada.

Estos elementos son:

Económicos. El estrangulamiento económico, incluido el bloqueo a los países que no se arrodillan ( Caso histórico: el Chile de Allende y actuales: Bolivia, con golpe de Estado incluido, Venezuela y permanente Cuba)

Judiciales.  Una preparación de jueces y policías que actúen, monten y fabriquen procesos que terminen en fallos y condenas contra mandatarios y líderes contrarios a los postulados neoliberales de ultraderecha.

Medios de comunicación. Una infernal maquinaria de propaganda y medios al servicio de los poderosos para invertir valores y hacer aparecer a los buenos como malos y viceversa, donde la mentira, la calumnia, la fabricación de noticias falas y la manipulación de la información son el acicate para desprestigiar a los gobiernos populares, buscando sus derrocamientos.

El miedo. El miedo ha sido utilizado desde tiempos remotos como arma política y psicológica para el dominio de masas a través del movimiento de emociones que nos paraliza o nos llama  a la acción; ahora con positivos resultados para la ultra derecha y el neoliberalismo, entendiendo a este como algo más que una teoría económica.  

El Castro-chavismo, por ejemplo,  le funcionado en Colombia, pero no en México, Argentina, Uruguay y otros países. 

Los miedos y los monstruos que nos presenta el uribismo, comienzan a perder vigencia, y la libertad de Lula y las movilizaciones por los derechos y reivindicaciones de naciones cercanas, han servido de aliciente para perder temores a luchar y conquistar.

Estos mecanismo enunciados, pero especialmente el judicial, con jueces preparados por el gobierno norteamericano, son más sofisticados que los utilizados contra Sacco y Vanzetti en Massachusetts; o por la Alemania nazi contra Jorge Dimitrov en el caso del incendio del Reichstag.

Ahora, empleando la llamada posverdad, que no es nada distinto que partir de un hecho cierto para construir una gran mentira, involucran a jefes de Estado y dirigentes calificados de partidos o movimientos de izquierda o alternativos a procesos kafkianos, sindicados especialmente por hechos de corrupción. Pruebas palmarias de estos procedimientos es el caso de Lula en Brasil, a quien le tienen montado tres procesos sin pruebas reales y verdaderas, solo con el fin de desprestigiarlo y sacarlo de la competencia política.

En iguales condiciones, se encuentran el expresidente Rafael Correa en Ecuador y Cristina Fernández en la Argentina, que ha propósito volvió a recuperar el poder con el triunfo de Alberto Fernández, y en nuestra país, pese a no haber sido Jefe de Estado, contra Gustavo Petro, se han realizado varios intentos de judicializarlo con el mismo fin de desprestigillo e inhabilitarlo políticamente.

Son la nuevas formas de eliminar a los enemigos políticos por parte de la ultraderecha y de las fuerzas oscuras del neoliberalismo que se niega a morir.

El pecado de Lula fue haber repartido mejor la riqueza y sacar del hambre y la miseria a más de 40 millones de brasileros. Haber modernizado a la potencia suramericana con medidas económicas, sociales, políticas, ambientales y culturales incluyentes, distintas a las empleadas por las oligarquías de ese país.

En suma, con el proceso a Lula, y al resto de dirigentes latinoamericanos, no se trata de encarcelar a un hombre o una mujer, se intenta destruir un proyecto político democrático que intenta cambiar las condiciones miserables de vida de millones de seres que carecen de alimentos, vivienda, educación, salud y servicios públicos básicos, entre otros.

Pero como los oscurantistas neonazis y de ultraderecha no aprenden, no entienden que las ideas y los programas ni se encarcelan ni se eliminan. Quedan intactos en poder de los pueblos que tarde o temprano los harán realidad.

El péndulo de la historia no se detiene.       

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