Opinión

La Alegría, la energía de vivir

La Alegría, la energía de vivir

Por Juan Bautista Pasten G.


En artículos anteriores, escribimos acerca de diversas cualidades que caracterizan la llamada Inteligencia Emocional. Sin embargo, aquí nos interesa rescatar y desarrollar más profundamente la Alegría, es decir, aquel sentimiento donde, pensamos, se manifiesta, con mayor fuerza, el agrado y la gratitud de sentirnos plenamente vivos.

Por lo pronto, es necesario señalar ciertas diferencias de la Alegría respecto de la felicidad y el placer. En efecto, el placer un sentimiento de bienestar ligado, principalmente, con los físico y corporal, por tanto, es efímero y circunstancial. La felicidad, por su parte, es, mas bien, un objetivo, una finalidad, en la cual se haga efectiva la totalidad de nuestras emociones y facultades. Somos – o seremos - felices cuando nos sintamos plenos como personas y seres vivos, cuando ya nada ni nadie pueda afectarnos ni alterarnos.

La Alegría, a diferencia de los anteriores, es una fuerza interior, una dinámica vital, una energía que nos llena interiormente y nos impulsa positivamente hacia el exterior, hacia quienes nos rodean.

Efectivamente, la Alegría manifiesta simple, pero también profundamente, las ansias, las ganas de vivir, de sentirnos satisfechos con nuestra existencia, de expresar nuestras ideas y hechos con la certeza de estar haciendo lo que corresponde, ya que lo hacemos desde el corazón y la consciencia.

Al estar alegres, nos mantenemos activos, despiertos y vigentes, pues no es una sensación pasajera ni circunstancial, sino constante y continua. La Alegría, en síntesis, es una actitud, un comportamiento, una forma de vivir y de ser.

Ahora bien, es menester indicar que proponer a la Alegría como forma de desenvolvernos en la vida, no significa – para nada - propiciar modos superficiales o ilusorios de enfrentar o reaccionar ante la diversidad de problemáticas y males que nos afectan como seres humanos. Vivir alegremente no es pretender enajenarnos ni ocultar ni cerrar los ojos ante la inquietante realidad del mundo presente.


“Entonces, que la Alegría no sea un oasis entre tanto desierto, sino que la ampliemos y perfeccionemos hasta convertirla en océano de Amor, Luz y Justicia”


Ciertamente, nuestro planteamiento difiere, por completo, de instar hacia nada que afecte o limite el necesario e imprescindible cuestionamiento de todo aquello que implique desmejorar la calidad de la vida y, por ende, de las relaciones entre las personas y de estas con la naturaleza.

Por el contrario, la emoción, el sentimiento y el acto de la alegría permite percibir, darnos cuenta que la multiplicidad de falencias humanas debe y requieren ser solucionadas, pero teniendo la consciencia de que es posible hacerlo con convicción y optimismo. Las personas alegres atraen seres afines, lo cual posibilita – entre otras acciones - trabajar unidos en la concreción de ideales y pensamientos que conlleven al bienestar común.

Indudablemente, perseverar en la Alegría - como hemos analizado - es una energía que favorece personal y socialmente, ya sea porque genera entusiasmo y vitalidad interior, como por la atracción positiva que ejerce sobre todos quienes nos circundan. La Alegría es una emoción poderosa, ya que potencia a quien la expresa e inculca una fuerte motivación en quienes la reciben y buscan expandirla.

Entonces, que la Alegría no sea un oasis entre tanto desierto, sino que la ampliemos y perfeccionemos hasta convertirla en océano de Amor, Luz y Justicia.

“Regocíjate en Dios; otra vez digo: ¡Regocíjate!”. Pablo de Tarso
“La belleza es poder y una sonrisa es su espada”. John Ray, naturalista inglés.
“Aquellos (as) que quieren reír, siempre encuentran un motivo”. Antúnez, pensador latino.


*Docencia e Investigación en Filosofía
Universidad de Chile

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