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La integración de la tecnología a los procesos educativos ha estado limitada por las dificultades de acceso, inclusión y formación.  Al igual que ocurrió con la ampliación de la cobertura en el siglo XX, cuando lo importante era tener muchas escuelas para llegar a la mayor cantidad de personas posible, los esfuerzos del estado han estado dirigidos a “poblar el territorio”, a entregar dispositivos y garantizar, a medias, la conectividad de los centros educativos y los estudiantes, sin fomentar la creación de un nuevo modelo comunicativo y pedagógico. No se trata de instrumentalizar la educación sino de crear nuevas estrategias formativas.

La educación requiere configurar espacios comunicativos (simbólico-pedagógicos) que reconozcan las nuevas sensibilidades y formas de cultura infantil y juvenil. Es necesario identificar y comprender las nuevas formas de ver y de leer, de aprender y conocer de los jóvenes que insertos en ecosistemas comunicativos digitales, no entienden ni aceptan la linealidad comunicativa de la escuela: esa en la que el profesor habla y los estudiantes callan y asienten. Los jóvenes de hoy han crecido en un ecosistema tecnológico multimedial y no aceptan la linealidad. 

Los estudiantes dedican buena parte de su tiempo tecnológico a la interacción con sus pares en un proceso social habitual y repetido en plataformas como Facebook, WhatsApp e Instagram. Sin embargo, la segunda actividad a la que los jóvenes dedican más tiempo en la red es a la navegación, que se traduce en tránsitos múltiples, fragmentación y diversidad. Si aceptamos que ha cambiado su manera de entender y aprehender conocimiento y que el modelo comunicativo de la escuela ha sido superado por el modelo comunicativo de los jóvenes, entendemos que el sistema educativo quedó atrás y que es necesaria la transformación. 

Hay una nueva generación de maestros en la escuela y en las universidades, y aún los veteranos, que han intentado incorporar la tecnología a su discurso, pero se requiere innovar en las prácticas comunicativas, al fin y al cabo, la educación es un proceso de comunicación que debe promover no sólo la “instalación” de competencias en los estudiantes, sino la formación de mentes críticas capaces de investigar y crear conocimiento. Y es posible hacerlo aprovechando sus competencias transmediales.

La Alcaldía de Ibagué a través de la Secretaría de Educación de Ibagué, lidera la estrategia Aprendiendo desde casa, a través de la cual se están entregando 1.700 computadores, además de buscar el fortalecimiento de la virtualidad en las 57 instituciones educativas oficiales. La Universidad del Tolima apoyó a más de 1.500 estudiantes con dispositivos y conectividad. El esfuerzo es enorme y debe continuar. Sin embargo, la tarea pendiente es desarrollar procesos comunicativos pedagógicos innovadores, que logren conectar a los jóvenes con el conocimiento, tanto en la  universidad como en las instituciones educativas públicas.

En los últimos 20 años, los entornos digitales han transformado las sociedades. Sin embargo, no son los artefactos quienes generan los cambios, sino la relación que establecen los seres humanos con ellos y la mediación que supone nuevos tipos de interacción cultural.

El aprendizaje informal crece en los nuevos ecosistemas digitales y han surgido nuevas especies educativas. Esta realidad exige que la escuela se adapte. Tenemos el talento en nuestros maestros, mucho se ha investigado y propuesto sobre el tema, es hora de pasar a la acción, a la innovación. 

  • Por: Carlos Pardo Viña. Escritor, periodista y docente universitario

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