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Groserías, supuestamente "normales"

Groserías, supuestamente "normales"

No por común que parezca hoy día el vocabulario soez, este ha dejado de ser indecente y vulgar; razón por la cual desdice mucho de quién lo utilice. Las malas palabras son el santo y seña o credencial de acceso a otras personas del mismo nivel, gustos, lenguaje y costumbres. 

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Además, emplearlas con frecuencia es una conducta psicosocial agravada por el mal ejemplo y  carencias en la educación familiar y escolar. Hay quienes incluso, le celebran a un niño cuando dice groserías. Igualmente, los chistes pierden su gracia si no se narran con un "madrazo" incluido. 
Hasta se habla de predisposición a decir malas palabras y cuando se vuelve costumbre, es difícil controlarlas porque que fluyen espontáneamente. Los Españoles y Mexicanos poseen un léxico que para los colombianos podría resultar incómodo y viceversa, pero esa es una razón cultural y geográfica. No obstante, hay expresiones que universalmente perturban u ofenden, mientras a quienes las pronuncian pareciera no importarles. 

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Los jóvenes en Colombia, por ejemplo, han acuñado sus propias palabras como... parce (amigo), paila (que algo está mal); pero cambian el significado de otras como sucede con gonorrea...(venérea), utilizada para expresar desagrado; también se valen de groserías como parte de su jerga normal, tales como "marica" o mk en redes sociales, para manifestar emociones como sorpresa y enojo, crear efectos de intriga, hacer bromas, abrir y cerrar oraciones, dice un estudio de Carolina Gutiérrez-Rivas (gutie1c@cmich.edu). 
Así mismo, el irreverente "madrazo" se ha popularizado muchísimo, así su efecto dependa del tono en que se diga y la ocasión en la que se use. De todas formas, no es decente, nunca lo ha sido, y por obvias razones sigue siendo de mal gusto, tanto que su aplicación indiscriminada, alevosa e imprudente puede generar consecuencias insospechadas. Una cosa es pertenecer a la época de los Baby boomers, Millennials, o Z, descritas por los investigadores para clasificar el comportamiento generacional desde la posguerra hasta la actualidad; y otra, muy distinta es no importarnos que el lenguaje se haya deteriorado con el paso de los años. 
Tampoco vamos a decir que solo es un problema de jóvenes, porque así mismo hay viejos muy mal hablados. También hay familias dónde el conflicto y la agresión verbal y física constituyen su ambiente natural. Simplemente "somos así", es su excusa. Y ni que decir del lenguaje de muchos maestros al dictar clase o dirigirse a sus estudiantes. 
Pueden poseer un conocimiento enciclopédico muy amplio y profundo, y una base léxica suficiente para expresarse, pero el que se crio grosero, grosero se quedó. Al fin de cuentas, cansa escuchar tanta vulgaridad y ramplonería pudiéndose hablar decentemente, e intentar una buena forma de hacerlo para contribuir así a crear unas condiciones, amables y de sana convivencia.

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