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Filosofía para hoy y mañana

Filosofía para hoy y mañana

Vivimos en un mundo lleno, y, por qué no decirlo, plagado de “materialidad“, existencia colectiva en que priman las cosas por sobre las ideas y los valores; mundo en que la tecnotrónica impera sobre los habitantes de este planeta.

Ciertamente, hemos avanzado en instrumentos tecnológicos – cada vez más sutiles y perfeccionados -, pero decrecemos continua y sostenidamente en fortalecimiento y aplicación de valores.

En efecto, somos parte de una sociedad que vive, ida, llevada y traída por “valores “extrínsecos a la auténtica condición humana, sociedad en que predominan seudo-valores, como el individualismo, el consumismo, el afán de dinero y riquezas materiales, la competencia desmedida, en fin, un mundo de egoísmo creciente y desbordante.

Es más, es una sociedad humana alejada de sí misma, donde se ha olvidado quiénes somos verdaderamente. Vivimos en permanente conflicto con nosotros mismos, con el prójimo, con la naturaleza (a la cual pretendemos descubrir destruyéndola, lo cual se vuelve contra nosotros mismos). Es una humanidad desligada del planeta, del universo y separada, profundamente, de Dios y, por tanto, del Amor, la sabiduría y la Justicia.

Todo lo anterior genera, indudablemente, una multiplicidad de problemas personales y sociales, como la falta de alegría y entusiasmo, frustraciones periódicas, angustias existenciales, insatisfacciones emocionales, carencia de autoestima, depresiones, adicciones (para intentar superar vanamente una existencia de obstáculos sociales, de auto-represión y sinsentido). En fin, lo que caracteriza nuestra existencia es una alta dosis de desesperanza.

Ahora bien, en este panorama tan desolador, la filosofía actual, o más bien, esta propuesta de filosofar, propone un alto en el camino, un camino carente abigarrado, ausente de sentido, objetivos y orientación. Una breve, pero trascendente detención, que nos permita observar y reflexionar la situación crítica en que nos encontramos (individual y colectivamente). Examinar cuánto hemos avanzado tecnológicamente, pero también por qué estamos estancados o retrocediendo en términos valóricos y espirituales.

Ciertamente, filosofar no es algo que se nos ocurra un momento determinado, como comer o beber. Filosofar es aquello que estamos impelidos a hacer, para salir del pozo obscuro o del lodo existencial en que nos hallamos, como persona y como especie.

Filosofar implica una toma de consciencia (concepto del que tanto se habla, pero del que muy poco se conoce). Filosofar es una reflexión, asumir una posición teórica ante lo que nos incumbe y nos circunda, la cual nos impulsa - forzosamente – una acción (praxis) innovadora, creativa; filosofar es tener una actitud de análisis y comprensión de nuestro ser en el mundo (comprender comprendiéndose).

Por lo pronto, el sustrato del filosofar es el Autoconocimiento, que constituye la fuente esencial del desarrollo y crecimiento, ya que posibilita adquirir confianza en sí mismo, para construir desde ahora nuestro destino, con optimismo, convicción e idoneidad emocional y discursiva (racional).

Una persona auto-consciente está capacitada para discernir y concretar virtudes (fuerzas intrínsecas) en el mundo, para vivir e interactuar adecuada y con solidez física, emocional e intelectual. En definitiva, filosofar permite asumir un rol de importancia vital, de protagonismo, de seres trascendentes en medio de tanta necedad, tribulación, injusticia, decadencia, indiferencia e ignorancia.

Por lo pronto, los temas fundamentales de la filosofía confirman lo señalado anteriormente:

  1. La constante auto-comprensión y la creciente confianza en sí mismo.
  2. La aptitud reflexiva y práctica para enfrentar y vencer las siempre dificultosas relaciones interpersonales.
  3. Encontrar sentido armónico y creativo a la existencia, que permita superar el temor a la muerte.

En conformidad a lo expuesto, filosofar no consiste en un mero juego de ideas, un simple examen de ideas ajenas ni comentarios de teorías o propuestas del pasado, sino que teniendo – es deseable y conveniente – una visión comprensiva de tales ideas, desarrollar y asumir un pensamiento propio, original, creativo.  Filosofar es “salir “por instantes de un mundo injusto y nebuloso, para iniciar un sendero de búsqueda y encuentro con uno mismo, con la esencia que hemos olvidado, como seres no sólo humanos, sino cósmicos, universales y divinos.

Filosofar es avanzar reflexivamente desde nuestra realidad cotidiana hacia la resolución de los grandes problemas de la humanidad, un esfuerzo enorme, pero pleno de fortaleza, valentía y lucidez.

Filosofar es también, por cierto, aprender y enseñar, es descubrirnos a nosotros mismos en unidad y armonía con la naturaleza. Filosofar es anhelar y concretar la existencia de seres autónomos y conscientes, construir una comunidad de seres buenos, solidarios, sabios y poderosos, donde los frutos no sean la destrucción de la vida, sino el fortalecimiento y enriquecimiento pleno de la misma.

Filosofar es convertirnos en protagonistas en el develar y desocultar los misterios de la Vida, en crear un mundo, donde la Luz y la Verdad no sean meros conceptos, sino el fundamento del quehacer humano. Avanzar hacia la verdad, construyéndola con Voluntad y Amor en cada una de las acciones.

Filosofar es una tarea constante y continua, que posibilita el crecimiento pleno, en unidad consigo mismo y con el Todo, de que somos parte. Filosofar es constituirnos en auténticos sujetos de la historia, en constructores de la sociedad real y verdadera, en que habiten, armoniosamente, hombres y mujeres libres, solidarios, justos, sabios y bondadosos.

Por: Juan Bautista Pasten G. Licenciado en Filosofía, Universidad de Chile.

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