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El año que sobrevivimos

El año que sobrevivimos

Papá me dice que lo importante es estar en la lista de sobrevivientes. Sonríe. Siempre lo hace para intentar apagar esa desesperanza con la que siempre ando, aunque por estos días no es una tarea fácil. Las noticias no dejan. Siguen asesinando a los líderes sociales y a los exguerrilleros, aumentan las prebendas millonarias para los senadores, no hay empleo en esta tierra en donde hasta las bancas amanecieron de un día para otro pintadas de azul como una de las grandes tareas del gobierno local, al flamante señor de la Cámara de Comercio le regalaron 40 millones de pesos los empresarios, Celsia nos regala varios apagones al día, los famosos 100 días que tardaría la reconstrucción de Providencia resulta que no eran 100 sino 200, que es que yo dije 100 pero desde el primero de enero, dice Duque. Los políticos siguen haciendo frases célebres y vacías y uno realmente no sabe qué hacer. En un portal de noticias local muy popular de la ciudad, el titular fue algo como “Delincuente recibió su merecido”, justificando el linchamiento. Tanto odio, tanta avaricia, tanta insensatez.

Los programas de vacunación ya iniciaron en varios países de Latinoamérica, incluso en Chile, donde su gobierno compró ya todas las dosis necesarias para inmunizar al 100 por ciento de la población. Aquí nos piden que agradezcamos a Duque porque tiene acuerdos con las farmacéuticas… ¿cuáles? Jm. Dizque son confidenciales, dicen. Ahora la OMS asegura que se vienen otras pandemias y que se aproxima una “supergonorrea”. Pienso en las siete plagas pero parece que serán más. Ese ejercicio de leer los periódicos y portales noticiosos no da cabida a la esperanza y todo se va por el caño cuando no existe siquiera la posibilidad de abrazar a los nuestros en esos segundos eternos que guardan la promesa de que todo estará bien.

Se acaba el 2020 pero no la incertidumbre. Sin embargo, no puedo quejarme. Publiqué dos libros en Colombia, la Universidad Nacional de San Luis en Argentina incluyó en su libro Estudios de comunicación en Argentina y Colombia, abordajes locales de discursos y prácticas en el siglo XXI, un artículo mío,  obtuve el Premio municipal de investigación cultural, gané dos convocatorias académicas en la Universidad del Tolima, una en el área de investigación y otra en publicación. Parecen pequeñas cosas, pero en medio de este año de la peste, resultan ser la prueba de que estoy en la lista de sobrevivientes y que seguiré procurando, como diría Germán Santamaría, morir último. Siempre hay que procurar morir último. Hay que seguir en la brega. Que Dios los guarde a todos, que el viento siempre hinche las velas rumbo hacia el atardecer y que las estrellas guíen nuestro camino a casa. Feliz año.

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