Opinión

Constituyente a la justicia

Constituyente a la justicia

Por Carlos Pardo Viña | Escritor y periodista


La justicia en este país tiene precio y los corruptos saben bien cuánto vale comprar su inocencia. El costo varía dependiendo de instancia y los políticos de carrera saben de antemano cuánto cuesta un fallo en una procuraduría regional, que resulta ser infinitamente menor al de una instancia nacional que puede llegar a los 1.500 millones de pesos, y cuánto vale en un juzgado local cuyo precio depende de la cuantía investigada e involucra desde el control del reparto del proceso hasta la conciencia del secretario y el juez. De las contralorías, y más las regionales, ni hablemos. Sacan sendos comunicados de prensa anunciando que recuperan centavos. Controladas por los gobiernos de turno, siempre en manos de los manzanillos locales, sus fallos obedecen por lo general a cálculos políticos.

El sistema está podrido por dentro. Y no es que seamos antisistema, es que el sistema político, social y judicial de este país es antinosotros. Los jóvenes que han levantado su voz, lo saben, pero de nada servirán las protestas que han traído represión y muerte, si en las próximas elecciones esa gente de bien sigue controlando el poder: los ciudadanos, anestesiados por el día a día y presos de su propia ideología, cambian de nombres en el tarjetón pero siguen votando por los mismos.

La crisis actual no es causada por las protestas y la pandemia, como nos han querido hacer creer. Las protestas son una consecuencia y no la causa de la tragedia que vivimos los colombianos. No se trata de la dichosa polarización. Esa siempre ha existido.  No se trata si se es de izquierda o de derecha, el verdadero problema es la justicia, que en este país no existe. Creo en la Constitución del 91 y por ello, no creo que una constituyente sea la salida a la grave crisis del país. La constituyente que debemos impulsar, es la reconstrucción total de la justicia, porque sin ella, seguiremos siendo un estado fallido.

La horrible noche no ha cesado y no acabará hasta que en este país impere la honorabilidad, la de verdad, no la que se negocia por debajo de la mesa en los juzgados y en las flamantes e inútiles oficinas de las contralorías y la procuradurías.


La columna escrita por Carlos Pardo Viña no representa la línea editorial del medio El Cronista.co

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