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Capitalismo y Covid: Escenario nacional, panorama global.

Capitalismo y Covid: Escenario nacional, panorama global.

El Covid – 19 y la crisis que se desató a escala global están haciendo unos señalamientos sustanciales sobre el comportamiento de los seres humanos en el mundo que la naturaleza nos otorgó como lugar para coexistir. A medida que los diversos países empezaron a adoptar la cuarentena como medida para mitigar la propagación del virus, se empezaron a registrar reducciones significativas en la contaminación de los ecosistemas, el aire se está purificando, la calidad del agua mejora gradualmente, la emisión de gases de efecto invernadero ha reducido, así como los incendios forestales, y la fauna sobrevive en sus hábitat sin mayor traumatismo, todo esto en conjunto ha constituido un ataque frontal contra el cambio climático lo cual es positivo para el planeta, pero no ha representado ningún escenario positivo para la supervivencia de nuestra especie. Así que, si lo miramos desde otra perspectiva ¿cuál es el verdadero mensaje que nos comunica este grupo de acontecimientos sin precedentes en nuestra historia reciente?

Toda esta situación que se desarrolla en medio del caos y la esperanza, en medio de la tensión y la paciencia, está evidenciando entre otras cosas, lo hostil y despiadado que es el modelo económico que dinamiza el mundo, pues este ha demostrado a través del tiempo que entre sus prioridades no está ser amigable ni con el medio ambiente, ni con las personas. El capitalismo en medio de su principio rector de ‘Producir más y consumir más’ no solo ha divido a la sociedad en clases sino que ha generado odio y desprecio al interior de estas, nos ha dividido. Dentro de la lógica del capital no hay una prioridad más indispensable que la de generar riqueza y acumularla de manera desproporcionada, inclusive en contravía de la vida misma.  

No ignoro que toda esta cuestión actual ha sensibilizado a la población, los actos de bondad no se han hecho esperar, la música desde los balcones, la creación de grupos de apoyo, los voluntarios, las donaciones y demás, han mostrado un espíritu más generoso y comprensible en la humanidad de las personas. En nuestro país, sorpresivamente el Colombiano promedio ha dejado ver su corazón por estos días, a los médicos y enfermeras que no hace mucho criminalizaban y satanizaban por exigir mejores condiciones al interior del sistema de salud, ahora son elogiados con aplausos y mensajes de apoyo desde las ventanas de las viviendas, al personal de limpieza que muchos miraban por encima del hombro ahora son enaltecidos por la grandeza de su labor, la lucha de los estudiantes y profesionales que se fundamentaba en la construcción de un país que nos permitiera a todas y todos vivir en condiciones de dignidad y oportunidades, ahora goza de un gran porcentaje de aceptación dentro de la ciudadanía, y en fin, a todos esos sectores rezagados de la sociedad ahora sí pareciera que se le estuviese reconociendo la importancia de su rol al interior de la misma.

Sin embargo, del actor que más se ha esperado un elevado nivel de conciencia, sabiduría y empatía en medio de la posición en la que nos encontramos al día de hoy, es del gobierno nacional, especialmente desde la máxima representación del estado, el Presidente Ivan Duque. En un momento con las características del actual, se espera que un líder aplique con destreza toda su sapiencia y todos los dotes que lo caracterizan como tal para abordar la situación, que emitan discursos alentadores a la altura de Marco Aurelio, de Winston Churchill o de Eva Perón, que generen pasión, que evoquen tranquilidad, que transmitan confianza en las instituciones, pero principalmente que permita que el pueblo sienta que sus intereses y su bienestar se encuentran bien representados. 

Lejos de eso, nos estrellamos con la triste realidad de una figura presidencial insegura y mal asesorada, que distanciado de salvaguardar la integridad física, mental y moral de los colombianos, ha salido al ruedo entre un montón de desaciertos, mostrando siempre una inclinación en beneficio del sector financiero y otros sectores de la producción que han significado algún réditoen los proyectos políticos de las elites nacionales. Pareciera que las medidas adoptadas por Iván Duque para enfrentar la crisis estuvieran diseñadas a la medida del bienestar de las grandes empresas que representan un muy reducido porcentaje de la población pero que por el contrario coleccionan a gran escala las tierras y los recursos económicos de este país.

A favor de estos, en medio de un panorama incierto sobre el verdadero número de contagios y muertes pero que hasta ahora registran 1485 y 35 respectivamente, el presidente anuncia que se avanzará hacia un aislamiento preventivo inteligente, lo que traduce relativamente que la cuarentena se levanta con algunas restricciones de por medio. Colombia, sin que quepa la menor duda, es uno de los países en el mundo con menos capacidad para implementar una estrategia de esta naturaleza en estos momentos; el presupuesto es limitado, la diligencia administrativa no es lo suficientemente eficaz, la capacidad de respuesta de las maquinas que realizan las pruebas no permite llevar un monitoreo en vivo de los nuevos casos que se puedan registrar,un sistema de salud agonizante y aun asíse permitieron el vergonzoso lujo de rechazar unos equipos que el gobierno Venezolano estuvo dispuesto a donar para tal fin hace un par de días.

¿Por qué querrá el gobierno nacional  asumir semejante riesgo?, ¿para salvar la economía del país?, en Colombia no existe algo más perdido que su propia economía y en estos momentos cuando la vida se debería sobreponer por encima de la rentabilidad, el presidente arroja a la ciudadanía a escoger entre el hambre y la ruleta rusa del contagio en las calles, se terminó de abandonar a su suerte a la clase media, a ese sector de la sociedad que sostiene las bases de esta y de muchas otras naciones en el mundo. ¿Entonces cuál es el verdadero aprendizaje de todo esto?, fundamental ha sido por estos días apreciar las pequeñas cosas de la vida, valorar lo que se tiene, desprendernos de lo material, aprovechar el tiempo en familia, conocer un poco más sobre nosotros mismos. Pero todo esto se podrá convertir en un sentimiento gaseoso producto de que circunstancia se irá agravando progresivamente, de nada nos sirve entrar en razón frente a muchos aspectos de la vida cuando nuestro angustioso panorama a corto, mediano y a largo plazo es tan incierto para casi todos. 

El presidente de la república, quien debió asumir la responsabilidad de reflexionar sobre las prioridades esenciales en medio de esta coyuntura y a quien se le otorgó darle manejo a las riendas de nuestro destino, solo se está desempeñando como un aliado más de ese modelo económico que se nombró unas líneas atrás y que en estos momentos está dejando en evidencia su lado más cruel, ese mismo modelo económico que John Maynard Keynes afirmó que duraría 450 años y que para el año 2030 llegaría a su fin. Contraria a la predicción del el Nobel de economía Británico, pienso que a pesar de la inviabilidad del capitalismo como lo conocemos hoy, este no tiene intención de desaparecer por si solo y que uno de los mensajes más contundentes que todo este desbarajuste nos está dejando, es que si los estados dentro de las dinámicas de la economía global no están dispuestos a trascender hacia un modelo económico que prime el bienestar humano por encima del sobreconsumo y la sobreproducción, el mundo se convertirá en un terreno ingobernable donde en cualquier momento los altos niveles de vulnerabilidad y necesidad conducirán a sociedades enteras hacia el inminente desastre.

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