Opinión

Ataraxia, sustrato del crecimiento pleno

Ataraxia, sustrato del crecimiento pleno

Por Juan Bautista Pasten G.


Ciertamente, nadie podría dudar de la trascendente y bella riqueza cultural – filosofía, ciencias, arte, teatro, música, escultura, espiritualidad – que nos aportó y, ¡por qué no decirlo!, nos regaló el mundo griego ancestral. Esta rica cultura ha orientado y direccionado el pensamiento humano desde la antigüedad hasta nuestros días.

En efecto, el presente artículo se extendería largamente si nos abocáramos a describir y examinar la pléyade de ideas, descubrimientos y eventos de todo tipo entregados por grandes pensadores, legisladores, políticos y artistas griegos. En cualquier expresión humana nos encontramos con conceptos y acciones cuyo origen está en aquella importante civilización.

Ahora bien, en este contexto cultural, hemos querido destacar un quehacer, una acción y un objetivo importantísimo, para el fortalecimiento del hombre en todo tiempo y lugar. Ciertamente, en medio de la vorágine y dinamismo que caracteriza la existencia actual, algunos pensadores consideran necesario recuperar y rescatar este hecho substancial.  El ser humano – individual y socialmente – requiere quietud y calma, es decir, darse tiempo para reconocerse, para reflexionar, meditar y, por, sobre todo, hallar unidad y armonía consigo mismo.

Pues bien, los eximios filósofos de la antigua Grecia nos hablaron de este aspecto humano fundamental, el cual otorga potencialidad, ingenio y creatividad. Lo denominaron “ataraxia”, que los exégetas han interpretado como “quietud, serenidad, imperturbabilidad”, vale decir, ante la constante movilidad de la realidad, de la sociedad, del mundo de que somos parte, resulta imprescindible entrar en nosotros mismos (el mundo interior) y encontrar ahí la fortaleza, la madurez y solidez para afrontar de mejor manera la difícil faena que constituye existir y vivir.


“Es tiempo de vencer la precariedad e ignorancia existencial, al igual que la dependencia y alienación a que nos ha conducido el ciego materialismo”.


Por lo pronto, muchos sabios de todas las nacionalidades, así como de todas las épocas, conciben a la Ataraxia, ese espacio de Paz interior, de unidad con uno mismo y el Todo al que pertenecemos, como la más importante de las actividades humanas. La Ataraxia proporciona energía, sabiduría y poder para lograr la auténtica existencia, aquella donde estamos en condiciones de concretar la anhelada Felicidad.

La quietud física, emocional y mental nos permite develar realidades que, al estar inmersos y dominados por la exterioridad, permanecen ocultos y obnubilados para el común de los seres humanos. Efectivamente, la paz interna posibilita, entre otras cosas, descubrir quiénes somos verdaderamente, además de conocer – “recordar” en el pensamiento de Platón – las ideas y nociones que dan sentido trascendente a nuestra vida.

En consecuencia, es tiempo de encontrar la Paz interior, donde lo desconocido, ignoto e inconsciente pueda hacerse conocido y consciente y, por tanto, hallar la Luz universal que siempre ha estado en nuestra alma y espíritu.

Es tiempo de vencer la precariedad e ignorancia existencial, al igual que la dependencia y alienación a que nos ha conducido el ciego materialismo. Es tiempo de construir comunidades valóricas, donde el encuentro, la justicia y la armonía sean la real manifestación de las verdades universales que habitan en lo más profundo de nuestro ser.

No somos simplemente esa hoja movida por el viento. En realidad, somos esa hoja, pero también somos el viento y quien mueve al viento”. K. Gibran. escritor libanés, siglo XX.

El cambio efectivo del mundo comienza con la transformación interior”. L. Tolstoi, escritor y novelista ruso, siglo XX.

Cuando lo inconsciente se haga consciente, descubrirás quien eres verdaderamente”. Carl G. Jung, psicólogo suizo, siglo XX.

 

  • Docencia e investigación en filosofía

Universidad de Chile

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