Análisis

El polémico cura de Armero que beatifica el Papa

El polémico cura de Armero que beatifica el Papa

 

Por: Humberto Leyton

Fue en el cubrimiento periodístico de la tragedia de Armero, hace 32 años, cuando escuche por primera vez hablar sobre el clérigo Pedro María Ramírez, quien según las versiones de varios sobrevivientes había condenado a desaparecer a la llamada capital Blanca de Colombia, llamada así por sus extraordinarios cultivos de algodón. 

Recientemente y a través de Blu Radio,  el antropólogo y profesor universitario Leonardo Nieto en su relato a esta cadena radial fue más exacto: “En agonía el sacerdote lanzó la frase: ‘No quedará piedra sobre piedra de Armero’, algo que muchos consideran como una maldición”. Aclarando claro está, que estas frases forman parte de la verdad, la cuentería o el misticismo que se ha formado en torno al asesinato del eclesiástico en 1948, cuando el "Bogotazo" o magnicidio del caudillo liberal Jorge Eliecer Gaitán.

El homicidio del presbítero obedeció a esa lucha que se desató entre liberales y conservadores a mediados del siglo pasado en varias regiones del país, que afectó en gran parte al Tolima.

Era conocido que Armero era una población de inmensas mayorías liberales y, que a su párroco, lo consideraban un conocido activista político conservador, por demás de sectario, el que según testimonios de habitantes de esta localidad, sostenía en esos tiempos de aciaga violencia que: "Matar liberales no era pecado". Y que, inclusive, desde la casa cural se repartían armas para fomentar la violencia y el púlpito lo habría convirtió en una tribuna de arengas incendiarias contra los liberales.

Y son precisamente estos los argumentos, los que dividen a la opinión y comunidad frente al acto de declarar beato a un cura que no murió en defensa de creencias religiosas sino de banderas partidarias. De aquí, que en escrito reciente, la hija del líder liberal sacrificado, Gloria Gaitán, haya criticando esta decisión papal sostenido que: "Pedro María Ramírez no murió en defensa de la fe sino como resultado del odio y la rabia que infundió entre sus feligreses. Murió al inocular resentimiento político en el pueblo. Murió como fruto de lo que él mismo había generado: la acrimonia y la inquina".

A estas afirmaciones se unen las declaraciones del presidente Fedearmero, organización que aglutina a los sobrevivientes de la tragedia de 13 de noviembre de  1985, Alfenibal Tinoco, suministradas al diario El Tiempo, quien dijo refiriéndose a la decisión del Vaticano: “Queremos que investiguen más y no vayan a terminar santificándolo, cuando por causa de sus sermones se produjeron muchas muertes de personas en Armero, muchos liberales fueron asesinados por causa de él”. El dirigente de los armeritas fue más allá en sus afirmaciones:“Durante sus sermones, él decía que los liberales eran demonios, pecadores, que no tenían alma. Estamos en contra de su beatificación por el hecho de que se diga que es el ‘mártir de Armero’, porque no es mártir, a él lo mataron porque él tenía una misión específica y era defender un partido”.

Sin embargo, existen quienes sostienen otra versión. Que las causas de la muerte del levita se produjo fue por defender a los conservadores, y no falta quienes le atribuyen milagros para su beatificación.

De todas maneras la decisión tomada por la curia romana es polémica desde todo punto de vista. Considerar como 'mártir' del cristianismo a una persona cuestionada por la mayor parte de la población aborigen de Armero y sus dirigentes es algo que va en contravía a la lógica y la historia, pero la iglesia católica desde la inquisición nos gurda esas sorpresas.

En nuestro país, no solo es el caso de Pedro María Ramírez, sino muchos más. Miles, donde las sotanas instigaban la violencia y repartían armas para asesinar a liberales, son épocas de dolorosa e ingrata recordación que nos invita a no perder la memoria para que la historia no se repita. La iglesia católica fue un instrumento ideológico, religioso y armado de la hegemonía conservadora que defendía los intereses más reaccionarios de feudales y terratenientes. Son tiempos ya superados que ojalá nunca vuelvan a nuestra patria ni a ningún lugar del mundo.

Sería bueno que las jerarquías de la iglesia católica en la medida que promulgan estas beatificaciones tan polémicas, también dida perdón por los errores y horrores en los que ha estado comprometida a través de su historia.                   

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